Ayer tuvimos Claustro en mi centro en el que se habló del traslado del profesorado con plaza definitiva de mi centro, desde el centro actual (que se va a convertir en un Centro Integrado de Formación Profesional) hasta un nuevo centro educativo que están construyendo en mi municipio. Dentro de esa reunión se comentó que ya se había propuesto una persona para que fuera la directora del nuevo centro en período de transición y que al inspector ya le parecía bien. Y ello me llevó a pensar de nuevo en cómo debería ser la selección de las personas que ejercen ese cargo tan importante. O más bien, en qué características deberían reunir.
En el caso de las direcciones de los centros cada vez estoy más convencido en la necesidad de “externalizar la figura” y profesionalizarla. O eso, o devolver al Claustro el poder de seleccionar y cesar a la persona que ostente ese cargo sin injerencias externas. No me vale lo que se está haciendo últimamente de selecciones discrecionales porque, al final, lo único que hace este tipo de procesos es convertir, por desgracia, a la dirección en un ente demasiado “poco transparente”. Aclaro, por si alguien quiere entender lo que no digo, no cuestiono el trabajo de los equipos directivos y mucho menos envidio el marrón que supone pertenecer a uno de ellos. Estoy hablando de otra cosa.
Pero no voy a disertar más de cuestiones que tienen más que ver con mi concepción de la educación que con otra cosa. Voy a ponerme a exponer dos “cosillas” interesantes acerca de las características que debe tener un director de un centro educativo y la exigencia que debe hacerse, por parte de los docentes, alumnado y familias a esa persona que ostenta ese cargo unipersonal tan importante.
En primer lugar considero muy interesante las cualidades que se desprenden de la siguiente infografía (llamar infografía, viñeta o gráfico creo que es lo de menos).
Cualidades entre las que se incluyen las siguientes:
Estar dispuesto a cambiar lo estático por algo más dinámico (romper moldes)
Tener capacidad de empatía con los docentes de su centro y sus estudiantes
Reconocer y recompensar los logros individuales y colectivos
Ser capaz de involucrar al Claustro en la toma de decisiones a nivel educativo (incluyendo decisiones que afectan al funcionamiento general del centro)
Proveer a los docentes materiales y desarrollo profesional. Facilitar que la formación y mejora se dé ayudando a dirigir esas necesidades que los docentes de su Claustro tienen
Establecer los objetivos claros y no irse ni un ápice de los mismos
Establecer unos estándares de funcionamiento a nivel de procedimientos y rutinas
Gestionar, dentro de sus posibilidades, la flexibilidad del currículum para adaptarlo al contexto en el que se halla el centro
Tener un alto sentido de pertenencia a la comunidad educativa
Adaptabilidad elevada a las nuevas situaciones y tener en cuenta las opiniones divergentes
Unas cualidades que, más allá de la certificación que acredite esa capacitación, se demuestran en el día a día. Un día a día que debería estar evaluado por Inspección, recompensado generosamente por la administración y, ampliamente penalizado en caso de incumplir sus obligaciones (obligaciones que, por cierto, vienen muy marcadas por sus capacidades de gestión y en los resultados que obtienen los alumnos del centro que dirige).
Eso sí, a lo anterior me gustaría añadir el siguiente enlace. Un enlace donde habla de lo que, como docentes, tenemos todo el derecho de exigir al director de nuestro centro educativo. Exigencias que van desde la necesidad de tener margen de maniobra para experimentar en el aula, pasando por la necesidad de que se nos asesore, hasta llegar a una de las peticiones más importantes… que no nos hagan perder el tiempo en reuniones inútiles y haciendo trabajos poco productivos (algo que, por desgracia, cada vez está más a la orden del día).
¿Qué os parece lo anterior? Parece lógico, ¿no?
Por cierto, como bonus track os traigo algunas razones por las que jamás me presentaré a la dirección de un centro educativo. Sé que no se debe decir nunca jamás pero, salvo que sea por necesidades pecuniarias, no me postulo a director de un centro educativo (léase marrón de los gordos) en los años que me queden para jubilarme.
1) Tendría mucha facilidad en cerrar el centro educativo en caso de que la administración, o bien no enviara los sustitutos a tiempo (vale tanto para personal docente, de administración y conserjería, como de limpieza), no funcionara la calefacción o, simplemente, creyera que las aulas no reúnen los requisitos para poder dar clase.
2) Hablaría demasiado en las reuniones de los directores y no me costaría demasiado enviar a escaparrar a algunos (tanto otros directores como responsables políticos) que dicen ciertas cosas en las mismas.
3) Me preocuparía más por el centro educativo que por asistir a inauguraciones y canapés.
4) Dejaría abandonada a mi familia porque no sé tener responsabilidades y olvidarme de que las tengo.
5) Escribiría artículos y enviaría fotos a los medios ante cualquier barbaridad que creyera que afectara a mi centro.
6) Sería el primero de entrar y el último de salir del centro educativo que dirigiera.
7) Escucharía a todo el profesorado y querría, al menos en los Claustros, que se volviera a debatir de forma “alterada”. Sí, potenciaría la violencia verbal en los Claustros porque considero que, uno de los grandes fallos actuales en la mejora de los centros educativos, pasa por el “pasotismo” impuesto por la situación por el que atravesamos desde hace décadas los docentes.
8) Defendería a priori siempre a mis compañeros frente a alumnado y familias. Eso sí, tengo claro que si hubiera alguna actuación de mis compañeros que no fuera la correcta y se repitiera en el tiempo, no dudaría en sancionar esa conducta.
9) Exigiría el cumplimiento en tiempo y forma de todas las cuestiones que afectan al buen funcionamiento, tanto del aula como del centro.
10) No tendría docentes “de primera y de segunda”. Consideraría a todos los docentes por igual.
Y, finalmente, quizás la más importante… como ya sabéis algunos que me seguís en las redes sociales, tengo la plaza definitiva en el mismo centro que mi mujer. Ni loco me postulo para director del mismo. 😉
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Un comentario
Proveer a los docentes materiales y desarrollo profesional. Facilitar que la formación y mejora se dé ayudando a dirigir esas necesidades que los docentes de su Claustro tienen
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