Esta mañana, antes de ponerme a perpetrar este post, he tuiteado un artículo que escribí hace un tiempo acerca de las ventajas de aprender en papel frente al aprendizaje «pantallizado» y ello me ha llevado a plantearme algo que quiero plasmar en este, mi diario personal.

¿Tiene sentido seguir escribiendo acerca de temas educativos? He hecho propuestas acerca de casi todos los temas que, de forma recurrente, vuelven al candelero. Tengo críticas a determinados modelos educativos, tanto en formato post como, de forma mucho más organizada, en los tres libros que llevo escritos (enlace). Es que, al final, esto de los debates sobre educación se está convirtiendo en repetir lo mismo de siempre hasta la saciedad. Y lo importante, que es el aprendizaje de nuestro alumnado, sin solucionarse.

Todos sabemos que hay alumnado que no quiere/puede aprender mediante una vía homogénea. También sabemos que hay intentos de desprofesionalización docente e interés, de determinados colectivos, medios y empresas, en manipular el modelo educativo a su antojo. Con intereses, que todos sabemos, están muy alejados del procomún.

Solo hace falta pasarse por determinadas redes sociales para ver cómo algunos están intentando publicitarse (léase el último fenómeno, que ya no lo es tanto, de los teachtokers). Es que ya está todo hablado, criticado y puesto sobre la mesa. No hay nada más que yo pueda escribir acerca de nada. No puedo, más allá de repetirme, al igual que se repiten los discursos en este día de la edumarmota permanente. Es que no hay nada más que decir.

Unos van a seguir jugando a adorar a los suyos. Van a criticar abiertamente las propuestas de otros por el simple hecho de que no las han propuesto ellos o los suyos. Es que, al final, todo esto de recapacitar pasa por horas muy bajas. Especialmente cuando se ha bombardeado tantísimo en un sentido o en otro. Y, repito, la casa sin barrer. El sistema educativo muerto de risa. El alumnado el gran perjudicado de tanta esterilidad en las nulas argumentaciones y el debate chusco.

Para cambiar las cosas debemos hacerlo en los lugares en los que se puede cambiar. Aquí, al menos en mi caso, tan solo puedo aportar ciertas cosas que, con la irrelevancia que tiene mi persona, que creo que pueden mejorar la educación. Puedo hablar de normativa. Puedo intentar realizar argumentaciones constructivas pero, más allá de lo anterior, donde se cambian las cosas es en los despachos. En los despachos, en las reuniones con la gente que está en esos despachos, dando la murga un día tras otro y, cómo no, participando en asociaciones educativas serias (que las hay).

Hoy estoy un poco plof. Me he dado cuenta que ya me he pasado todos los niveles del debate educativo. Y, ¿ahora qué? Pues no tengo ni idea. Seguramente siga escribiendo más de normativa y recuperando, antes de ponerme a escribir algo de nuevo, lo que ya llevo escrito desde hace mucho. ¿Un nuevo libro en verano? Pues va a ser que no. Creo también que ya no aportaría nada más salvo, claro está, algún eurillo para poder hacer alguna comida más fuera de casa. Pero no me veo capaz de escribir para eso. Sé que algunos lo hacen pero a mí no me sale. Si hasta me cuesta hacer publicidad en cada post de mi último libro (hoy la he hecho del último y de los otros dos). Soy así de raro.

Toca reflexionar. Seguramente mañana haya un nuevo post pero, ¿aporta algo? La verdad es que lo mismo que los debates recurrentes en las redes sociales, acerca de los mismos temas, una y otra vez… cansancio. Porque, vamos a ser sinceros, ¿ha mejorado algo la educación desde que existen las redes sociales? ¿Ha mejorado algo la educación con los artículos que llevo escritos aquí? Pues no. Aunque, en mi defensa diré que, por suerte, siempre he sido consciente de que esto no es nada más que un espacio de reflexión personal que comparto con todos vosotros.

Disfrutad del finde. A estas alturas de curso, al menos en mi caso, necesito descansar un poco. Por eso me voy a montar muebles. Algo que, aunque no os lo creáis, relaja un montón. Y aumenta, de forma exponencial, las posibilidades de divorcio.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.


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