Reconozco que, en muchas ocasiones hay software libre que, o bien es malo per se o bien, por desgracia, está pensado para que el personal dedique más tiempo a «jugar con él» que lo útil que pueda ser para el usuario medio. Algo que también sucede a nivel de sistema operativo ya que, siendo sinceros, más del 90% del personal tiene/tenemos instalados en alguno o en todos nuestros equipos Windows y, en caso de haber optado por alguna distribución Linux, lo hacemos porque somos unos frikis del copón.

Hay tantas distribuciones Linux en el mercado que, al final, hacen que sea más difícil escoger que usarla. Puedo dar de memoria unas cuantas de las que pululan por ahí (Ubuntu, Lubuntu, Xubuntu, Red Hat, Mint, Puppy, Kali, etc.). Tan solo tenemos que mirar este artículo divulgativo en el que, de una tacada nos ponen 31 platos encima de la mesa. Y ya no entremos en el modelo educativo en el que cada pueblo sin internet ponía en sus ayuntamientos una determinada distribución que, salvo en la escuela, no usaba ni el tato. Bueno, el tato quizás sí. Pero, al final, el lastre que supone usar un sistema operativo basado en Linux se debe principalmente a la excesiva posibilidad de escoger. Es más fácil salir con unos pantalones en una tienda que tienen dos modelos, que en una que tiene mil. Lo digo por experiencia. Bueno, en mi caso cojo lo primero que me encuentro (algo que no significa que sea lo mejor pero, como a muchos, a mí me cansa mucho el elegir y prefiero el uso que voy a dar de lo que escojo).

Otro error de las distribuciones Linux para ser usadas masivamente es que, lamentablemente, la inmensa mayoría están dedicadas para «aprender mientras se usan». Pues va a ser que para las personas normales, salvo aquellas que tienen/tenemos como hobby el jugar con ciertas cosas informáticas, eso no tiene ningún sentido. Lo que quiere el usuario es un modelo de instalar y listo, despreocupándose de si va a poder instalar una impresora pro no tener los drivers y que su sistema operativo se actualice sin demasiadas complicaciones. Es que algunos siguen planteando la informática como una complicación y no deberían. Eso, al final, lo único que hace es que no se usen ciertas cosas. Hablo de sistemas operativos pero todos, especialmente los docentes (por ser un ámbito que conozco bastante bien) ya sabemos qué han hecho este curso cuando se han cerrado las aulas: buscar la herramienta informática más sencilla que les sirva para lo que quieren hacer. Es algo de cajón que algunos siguen sin entender. La clave es no complicarse la vida ni complicársela al personal.

Es por ello que, al final, o apostamos por un modelo único de sistema operativo o, simplemente, seguiremos disparando con unas maravillosas balas de fogueo para que se usen ciertas cosas. Claro que frikis y talibanes defenderán que es maravilloso que haya cientos de distribuciones, cada una con sus características, que permitan explayarse probando y probando, mientras van cambiando de distribución en su equipo por «otra más nueva que, por lo que se ve, ha mejorado el kernel y tiene alguna línea de código nueva que mola mazo». Al usuario normal eso no le interesa. A ver, que uno tiene derecho a jugar con lo que le apetezca y en su tiempo libre que haga lo que quiera. El problema es que, si uno tiene el mando de la televisión y no se le ofrece alternativa de calidad (o más atractiva) a Sálvame en esa franja horaria, va a seguir optando por Sálvame. Y creo que se me entiende la comparación.

Teniendo una distribución fantástica como Linux Mint que, en sus últimas versiones, no da ningún tipo de problema al usuario normal, se instala de forma muy sencilla, se actualiza de forma aún más sencilla y reconoce el 99,99% de los periféricos que podemos conectar a nuestro ordenador, además de tener un aspecto visual fantástico, ¿por qué no se hace campaña por su uso masivo? Ya os lo diré yo: porque su uso masivo, para algunos desmontaría la filosofía del software libre que, consiste en pequeños grupúsculos que juegan con sus herramientas. Y, como siempre dicen para justificarlo, esa es la grandeza del software libre que no tiene Windows (o Apple). Pues va a ser que, con esa filosofía, al final van a quedar siendo los mismos cuatro frikis de filosofía trasnochada. Eso sí, con muchas buenas intenciones detrás pero poco productivas. Si hay cien programadores que trabajan en un sistema informático, ¿de verdad alguien cree que con esos mismos cien programadores, trabajando en grupos de dos, en varios sistemas informáticos, se va a hacer algo que sustituya a lo que están generando los primeros? Yendo más lejos: ¿alguien cree realmente que el altruismo, en el modelo económico en el que vivimos, tiene la misma potencia que un modelo de negocio basado en el pago a la gente por lo que hace? Sé que es duro aceptarlo pero, nos guste o no, vivimos en una realidad en la que no existen los unicornios.

No es un post contra el software libre. Es un post en el que, expreso en voz alta, algunas dudas acerca de cómo se están haciendo ciertas cosas. Dadle, eso sí, una oportunidad a Linux Mint (en cualquiera de sus tres «sabores» -Cinnamon, Mate y Xfce). No os defraudará.


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