Soy muy clásico en ciertas cuestiones y, por ello, incluso que, desde hace tiempo haya desaparecido el botón de «justificar» en la mayoría de editores web, incluso escondiéndose en muchos programas ofimáticos, seguía siendo de aquellos que justificaban, al finalizar cualquier escrito, todo lo que había escrito. Pues, a partir de ahora, voy a dejar de hacerlo. Tengo motivos después de haber buceado por internet, después de acceder, nunca uno sabe cómo, a un artículo del 2004 en Microsiervos, titulado «El texto justificado no está justificado» en el que hablan del tema.

Tirando un poco del hilo y haciendo búsquedas sobre el tema, me encuentro varias cuestiones clave para tomar esa decisión…

Lo primero es que justificar textos produce el temido efecto de los ríos tipográficos, también denominados ríos blancos, que consisten en la aparición de una distancia diferente entre determinadas separaciones de palabras. Eso se puede observar perfectamente en la siguiente imagen:

Fuente: Petr Kadlec

Seguro que algunos pensaréis que esto puede solucionarse dividiendo las palabras al acabar cada una de las frases pero, lamentablente, esa división sigue dando, aunque con menor impacto visual, este comportamiento y, por desgracia, no acaba de ir del todo fino el separado silábico al final de líneas.

Voy a matizar, antes de continuar, una cuestión,. Si el documento está preparado para ir en papel, es mucho más formal el concepto de justificar y, por ello, en muchos documentos escritos se sigue usando la justificación.

Los ríos tipográficos dan problemas de legibilidad y ello presenta un grave inconveniente para personas con dislexia, de las que se calcula que son un 10% (fuente). Es otro motivo para olvidarnos del típico justificado. Además, la diferente longitud de las líneas permite identificar de forma mucho más exacta cuando finaliza una frase y empieza la siguiente, buscar determinados puntos en el que habíamos dejado la lectura cuando habíamos hecho un zoom con nuestro dispositivo móvil o, simplemente, puede llegar a dificultar la lectura del texto al irse intercalando esos espacios en blanco que he comentado anteriormente.

Muy relacionado con el último punto del párrafo anterior está el tema de la adaptación de las webs a los dispositivos móviles con los que se leen. Dicha adaptación se complica si el texto está justificado porque intenta, de forma muy chapucera, adaptar esos espacios tipográficos (en blanco) al tamaño del dispositivo y, en caso de ser una web y no un documento descargado, algunos navegadores interpretan bastante peor esos contenidos.

Hay muy pocas webs y documentos electrónicos que se presenten justificados. La práctica totalidad de medios de comunicación e, incluso la propia RAE, tienen sus webs sin justificar. Y yo de la RAE, aunque me haya quitado la tilde del solo, algo me fío. 😉


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