Sois muchos los que me habéis preguntado los motivos por los que he desactivado -que no borrado, para no permitir que nadie se haga con ella, al menos durante los doce meses de desactivación, que se me permite el ser una cuenta verificada- mi cuenta de Twitter. Algunos no entendéis que quiera hacer un borrón y cuenta nueva. Otros incluso me estáis preguntando si tiene que ver con algo que me han ofrecido o, simplemente, con la necesidad de esconder «no sé qué» que pueda haber dicho en algún momento. Eran miles de tuits y, sinceramente, seguro que rebuscando en los mismos, algo se puede encontrar en lo que haya errado, esté siendo contradictorio con lo que defiendo ahora o, simplemente, sirva a alguien para justificar los típicos ataques ad hominem o insultos que, en los últimos tiempos estaba recibiendo con más profusión de lo habitual.
Nada de lo anterior es lo que ha hecho desactivar mi cuenta de Twitter y empezar de cero con @xarxatic_reborn. Todo es mucho más simple y menos rebuscado, porque tiene mucho que ver con mi concepción (o mi nueva visión) de qué debe ser Twitter para mí. Una visión muy personal e intransferible ya que, al igual que el tema de los culos y sus diferencias, lo mismo sucede con las visiones que podamos tener de ciertas cosas. Ojo, estoy hablando de visiones subjetivas de temas que puedan tenerlos; no de subjetivizar realidades objetivas.
Así pues os voy a contar los motivos personales que me han llevado a desactivar una cuenta de Twitter que, para algunos seguro que era «orgásmica» por estar verificada y por el número y la calidad de los seguidores. Para mí, simplemente, una cuenta de Twitter tras la cual había alguien tan bueno o malo como cualquiera en cualquiera de sus facetas. Es que eso de pensar que la profesionalidad de alguien se mide en función del número de seguidores, la cantidad de bolos que se dan o, simplemente, el número de entrevistas que le hacen a uno en los medios, es algo que algunos deberían hacerse mirar.
En primer lugar necesitaba oxigenarme y crear una cuenta en la que no me viera impelido a seguir nada de lo que cree la gente que debo decir. Empezar de cero me daba la posibilidad de no tener ningún tipo de lastre y, además habiendo optado por «no seguir a nadie», me da la ventaja de no enterarme de discusiones educativas estériles, realidades ideológicas muy manipuladas y concepciones muy banales de ciertos asuntos. No seguir a nadie no implica no responder a nadie. Sigo respondiendo a todo el mundo que me menciona y, como en la antigua, en la nueva tengo abiertos los mensajes directos para que cualquiera pueda hablar conmigo. Eso sí, he reducido la infoxicación 2.0 a su mínima expresión y he retomado la dinámica de tener una lista de blogs y espacios de interés. ¿Me pierdo hilos? Seguro que me pierdo alguno muy interesante pero, sinceramente, creo que si los que lo escriben o los leen creen que me puedan interesar o quieren mi opinión, seguro me los harán llegar. No opinaré sobre lo que nadie me ha pedido opinión. Menos aún de forma tan resumida, matizable y poco seria como puede ser una contestación en Twitter. No, en Twitter no se gestan batallas ni luchas. Es lo que es, aunque unos quieran darle otro valor.
Además, en mi caso concreto, al no hacer negocio con el número de seguidores o la difusión de lo que digo, no me importaba la cantidad de personas que me seguían. Claro que a más seguidores de Twitter, más cuentan contigo en determinados lugares o para hacer ciertas cosas pero, si alguien me ha buscado alguna vez por eso o, simplemente, cree que es más importante lo anterior que mi profesionalidad, no me interesa. Mi profesionalidad se demuestra por lo que hago en mi día a día. No se demuestra por lo que pueda decir o no en Twitter porque, al final, Twitter es solo un bar donde no hay cervezas ni horchata.
Soy también de buscar soluciones donde toca y, en caso de quejarme, hacerlo en el lugar pertinente. Por ello no me apetece jugar a la queja continua facilona detrás del teclado. Sí, es muy fácil criticar en Twitter. Y, además, es muy fácil equivocarse en esas críticas porque, curiosamente, después te sorprenden muchas cosas que pensabas que eran de una manera y son de otras. Podría poner ejemplos pero creo que algunos ya sabéis a qué me estoy refiriendo. A lo mejor lo que sucede es que no es todo tan blanco y negro, habiendo miles de matices que dependen de casuísticas muy complejas.
Por todo lo anterior y alguna cosa que me guardo en el tintero he desactivado mi cuenta de Twitter. No lo he hecho de forma inconsciente ni por un arrebato puntual. Todo tiene sus motivos y, aunque puedan no pareceros lógicos, lo son mucho para mí. Os agradezco estos años en los que me habéis acompañado. Sé que algunos me vais a seguir haciendo compañía en el futuro. Otros, seguramente, ya no tengáis interés en hacérmelo porque tengáis una visión de Twitter más interesada y complicada o, simplemente no os interese nada de lo que diga ahí. Yo he optado por la sencillez. Y en la necesidad absoluta de volver a dar una oportunidad a una red fantástica para ciertas cuestiones, más allá del interés que tienen algunos de convertirla en otra cosa.
No os voy a seguir a los que me sigáis. No voy a cuestionar ningún tuit que diga nadie motu proprio, salvo que se me mencione expresamente y se pida mi opinión. Para reflexionar sobre ciertas cosas con mayor o menor profundidad ya tengo el blog. Eso sí voy a seguir estando en la red del pajarito azul «de otra manera». Ni mejor ni peor. Simplemente de la forma que he decidido estar.
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