En la Comunidad Valenciana tenemos, al igual que sucede en otras Comunidades, un modelo de centros de formación del profesorado, denominado en nuestro caso CEFIRE (Centros de Formación y Recursos) que, por motivos varios, no ha funcionado. Ni funcionaba antes de que se lo cargara el Partido Popular, ni funciona con la recuperación que ha hecho de los mismos, el PSOE y Compromís.

Es un buen momento, con el cambio de gobierno que se ha dado en las urnas y, presumiblemente, el cambio de política educativa que va a darse, hacer propuestas para mejorar las cosas. Y, para saber qué debe mejorarse, es imprescindible saber qué es lo que no está funcionando. Algo que incluye la red de CEFIRE, con 13 CEFIRE territoriales, 9 CEFIRE específicos y 2 CEFIRE de ámbitos (fuente). Una red en la que trabajan cerca de 300 asesores a los que, si sumamos los asesores adscritos a los mismos para llevar a cabo el Plan Digital de Centro, suponen unos 700 docentes liberados de las aulas para, supuestamente, asesorar a otros docentes. No olvidemos tampoco que una de las funciones de esos asesores es crear y recopilar recursos para docentes. Algo que, a día de hoy, no se ha hecho, salvo cuatro materiales «tontos», por parte de ningún CEFIRE.

Voy a permitirme un pequeño retroceso al año 2017. Un año en el que el PSPV me dio un premio «en reconocimiento a mi tarea en educación y tecnologías». Eso sí, nadie pisó nunca el aula donde daba clase, preguntó a mis compañeros y, mucho menos a mi alumnado. Pero bueno, es lo que tienen estos premios que se dan. Por cierto, desde entonces debo haber radicalizado mucho mi discurso porque nadie me ofrece nada de estas cosas.

Va, a lo que iba. El Secretario Autonómico de Educación me dio el premio en una sala en la que estaba el Presidente de la Generalitat y, a la hora de hablar mencioné el tema de los CEFIRE porque, en ese momento se empezaron a recuperar los que se habían eliminado en los últimos años del PP. Y dije algo parecido a lo siguiente: «antes de volver a cometer los errores de crear una red de centros de formación, quizás sería lógico evaluar qué necesidades tenemos y empezar a diseñar un modelo de formación que satisfaga las necesidades reales del profesorado que tenemos en nuestras aulas». Sí, nunca me he callado. Ni en el blog, ni en las redes sociales, ni cuando hablo sin pantallas mediante.

Y ahora, seis años después, descubro horrorizado que no solo no se ha mejorado la formación del profesorado. Descubro que se han creado CEFIRE por encima de cualquier lógica y razón, teniendo solo en cuenta el lado político de su creación y el satisfacer necesidades que, por desgracia, tienen muy poco que ver con las necesidades reales de los centros. Ofreciendo formación que no tiene ningún sentido, basada en muchos casos en pseudociencias y, curiosamente, impartida por determinados perfiles profesionales más relacionados con compañeros de cafés de los asesores que con profesionales de la materia.

Un modelo endogámico no funciona. Un modelo que no se haya evaluado nunca externamente, tampoco. Un sistema de formación que permita ofrecer ciertos cursos, impartidos por perfiles que no tienen ni idea de lo que hablan, es muy triste. Es que hay cientos de ejemplos. Cursos de Aules impartidos por docentes que jamás han usado Aules en sus clases. Cursos del ecosistema Google teniendo un contrato la administración con Microsoft y con instrucciones inicio de curso que prohíben el uso de las herramientas de Google. Cursos de protección de datos que, en lugar de ser impartidos por personas expertas en protección de datos, lo son por cuatro maestros o profesores de Secundaria que no se han leído una sola normativa. Cursos de enología, senderismo,… y así hasta un largo etcétera. Joder, es que hasta he visto montar cursos de bicicleta porque a uno le gusta ir en bici de montaña.

Todo lo anterior sin entrar en la formación interna de centro que nadie vigila. Los asesores jamás pisan la mayoría de centros educativos, ni revisan los resultados de la formación más allá de que les entreguen un listado de firmas. Nada de comprobar si los millones destinados cada año a formación del profesorado, que se reparten los CEFIRE, tiene alguna repercusión real en el aula. Llevamos dos años teniendo herramientas en nuestros centros sin ningún tipo de formación ofrecida por los CEFIRE para saber usarla. Ya no digamos formación en herramientas administrativas o de gestión de los centros. Es que son muchas cosas.

Y lo que os comentaba antes. Si sois docentes y trabajáis en la Comunidad Valenciana, ¿habéis visto algún repositorio de materiales educativos, revisado, actualizado y taxonomizado? ¿O os habéis quedado con aquel invento del Rebost Digital que, por cierto, nadie se ha preocupado de actualizar desde hace tiempo? No digamos ya el tema de las webs de los CEFIRE. Sin ningún tipo de actualización la mayoría por parte de sus asesores.

El modelo CEFIRE no ha funcionado por dos motivos: nadie se ha preocupado en diseñar bien su implementación y nadie se ha preocupado de controlar qué estaba pasando en los diferentes CEFIRE ni en lo que se estaba haciendo en los mismos.

Por cierto, esto no es una crítica a los docentes reconvertidos en administrativos (porque no hacen otra cosa). Es una crítica al modelo de formación del profesorado valenciano, a la incapacidad de gestionar esos ingentes recursos (debería hacerse una auditoria exhaustiva al gasto anual y hacerla pública en el portal de Transparencia) y, cómo no, a la incapacidad de algunos de saber que cuando se ejecuta algo tiene un objetivo. Y el objetivo de los CEFIRE debería ser mejorar la formación del profesorado valenciano, mediante estrategias y paquetes formativos coherentes y sólidos, con profesionales que sepan, además de confeccionar, de forma coordinada con otras Comunidades, un repositorio de recursos escalable para todas las etapas educativas. Que no tiene nada que ver con lo que están haciendo.

Si los nuevos quieren consultarme, ya saben dónde estoy. Al igual que les expliqué a los que se van cómo creía que podía mejorarse la formación del profesorado, también estoy dispuesto a hacerlo ahora de nuevo porque, sabéis qué, a mí me importa la calidad educativa del alumnado valenciano. Y también, como es lógico, los profesionales que están cada día en las aulas. Profesionales que, siendo buenos, si tuvieran una mejor formación, serían todavía mejores. Lo anterior me importa más allá de cualquier otra cosa porque, a diferencia de algunos, yo siempre he pensado en el procomún. Soy así de gilipollas pero, a estas alturas de la película ya es difícil que cambie.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. Además, adquiriéndolo ayudáis a mantener este blog.


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