Sigue aumentando la cantidad de manifiestos para mejorar la educación. El último que hemos conocido, avalado por determinados medios muy ligados a una determinada ideología política, se trata del «Manifiesto en defensa de la Enseñanza como bien público (contra la LOMLOE y precedentes)» que, además dispone de una maravillosa página en change.org para proceder a adherirse al mismo. Nada nuevo bajo el sol. La lógica indicaba que, como contraposición a una ley ideológica, saliera un manifiesto ideológico. Un manifiesto que, como docente, comparto en algunos puntos (que matizaría muchísimo) y discrepo en otros. Es lo que tiene no comulgar ideológicamente con nadie. Añado, no cuestiono la relevancia intelectual de quienes lo firman. Ni mucho menos.

Se trata de la continuación del «Decálogo para un Pacto de Estado por la Educación«. Sí, un documento que se publicó en 2017 en el que, en este caso estando más de acuerdo (me refiero siempre a nivel personal) con el mismo, con cosas que también me chirriaron en su momento, perpetrado por los mismos que firman este último manifiesto que hemos conocido ahora. Lo de los manifiestos, decálogos y recogida de firmas para cosas relacionadas con la educación, es algo que debería analizarse en profundidad. Más que nada porque, al final, lo único que sirve es para que los que defienden ciertas cosas se callen cuando mandan los suyos. Hay míos y suyos. Hay manifiestos de unos y de otros. Eso sí, siempre bajo la pátina ideológica.

¿No os creéis lo anterior? Pues mirad. Los que se autodenominan de izquierdas también tienen sus manifiestos. En este caso dentro del Foro de Sevilla, dentro de un grupúsculo denominado Por Otra Política Educativa. En este caso plagado de firmantes procedentes de las Facultades de Educación y un sinfín de pedagogos. Hago un inciso y me refiero a que hablo siempre en masculino porque, en este caso no me ciño a la manera de escribir de la RAE. Me estoy refiriendo a lo sorprendente que resulta que todas las propuestas educativas provengan de hombres. O sean hombres, cuando la docencia es una profesión plagada de mujeres en una proporción altísima, los que aparecen en todos los eventos para presentar estos documentos. Al igual que sucede con la mayoría de los gurús y los que venden libros sobre temas educativos. Es algo que deberíamos analizar porque tiene sus implicaciones.

Incluso el propio Ministerio publica manifiestos. Tanto éste gobierno (ejemplo) como el anterior. Estamos plagados de documentos de base para mejorar la educación en su conjunto. Manifiestos creados por el PSOE. Manifiestos creados por el PP. Manifiestos creados por Podemos. Manifiestos creados por VOX. Manifiestos creados por ERC. Manifiestos creados por Bildu. Hasta el vecino del quinto ha publicado un manifiesto educativo. Digo el vecino del quinto y no la vecina porque, como he dicho antes, la mayoría de estas cosas las publican hombres.

Tanto manifiesto me lleva a reflexionar acerca, tanto de la necesidad de publicarse a peso, como de la necesidad de postularse ideológicamente frente a ellos por parte de los docentes o de personas interesadas en educación. En el día de ayer múltiples críticas al último manifiesto por estar avalado por determinadas personas y estar incorporado, por lo visto, a un pensamiento ideológico de derechas. Qué cansinos con la izquierda y la derecha. Qué pena tener que opinar sobre determinados puntos en función de si lo escriben los tuyos o los otros. Qué triste ver como en una sociedad ideológicamente diversa, tan solo debamos quedarnos con lo que escriben los nuestros de forma monolítica e incuestionable. Esto no va así. Hay ideas educativas interesantes que parte de determinadas personas con una ideología afín a nosotros y otras, también interesantes, que parten de personas en las antípodas de nuestra ideología. Debo ser raro porque, por lo visto, no puede haber ningún tipo de diálogo sobre ningún tema con el enemigo.

Os prometo que iba a comentar el manifiesto. Cada uno de estos documentos me daría para un post y, en ocasiones sin mucha inspiración, me irían bastante bien para mi artículo diario. Sí, escribo sobre temas educativos por encima de mis posibiliidades. El problema es que no me interesa. No me interesan los manifiestos sesgados. No me interesa una visión única de la educación. No me interesa el aprecio o el desprecio a ciertas propuestas en función del emisor de las mismas. No me interesa, a estas alturas de la película, jugar a los partidos políticos en lo que hace referencia a la educación.

La LOMLOE es una mala ley educativa. Desde hace muchísimos años tenemos más leyes ideológicas, perpetradas desde despachos contando solo con el aval «de los que mandan», que legislación educativa que permita una mejora sistémica. Hay muchos recursos que se invierten al tuntún según la idea que le surja al que manda después del segundo carajillo del día. O se invierten en función de intereses que tienen muy poco de educativos. Esto es así. Pero no es solo culpa de los de ahora. Antes ya pasaba. Pasa en Comunidades gobernados por unos y por otros. Y se debe decir alto y claro. La educación no va a mejorar hasta que deje de estar sometida a los vaivenes ideológicos. Algo que no se consigue con manifiestos de unos y otros. Algo que solo se va a conseguir con buenos profesionales que diseñen y gestionen la educación más allá de la persona o personas que, a nivel político, hayan sido elegidas en ese momento.

¿Es la educación un objeto ideológico? Sí. Y no discuto que deba serlo. Otra cuestión es que deberían primar, especialmente en lo que hace referencia a la gestión del sistema, las cuestiones técnicas y no políticas. Creo que me he explicado. Menos manifiestos. Menos míos y tuyos. Y más hacer algo que, aunque jamás vaya a estar todo el mundo de acuerdo, sí que permita que nuestro alumnado aprenda más y mejor. Recursos bien invertidos. Evaluación de resultados. Intervención continua ante errores que se vayan detectando. No creo que sea tan difícil. No creo que sea tan difícil plantearse la educación, aunque se trate de algo que depende en muchas ocasiones de factores externos al propio sistema educativo, como algo a mejorar al margen de manifiestos o enroques de unos y otros.

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