Sois muchos los que me habéis preguntado estos días, sea mediante mensaje directo en X, en Facebook o por correo electrónico, si había dejado de escribir o me había pasado alguna cosa. Pues bien, ahora ya una vez ¿superada? la situación, voy a intentar responderos un poco acerca de qué me ha pasado y, tal como hago siempre en ocasiones por aquí, proceder a poner en texto ciertas cosas que me apetece recordar. Eso sí, no siempre los recuerdos deben ser agradables. Y este, al menos cuando lo relea dentro de un tiempo, no va a ser de esos.

Pues bien, esta mañana he vuelto a casa después de pasar unos diez días alojado en un centro hospitalario. Otra maldita pancreatitis (la octava ya) que, por culpa de su repetición al tercer día de ingreso, ha retrasado mi vuelta a casa. Lo sé. Una cosa es volver a casa y la otra la recuperación. Recuperación que, al menos en este caso, va para largo. Especialmente porque, como siempre que tengo una, hay pequeños problemas que pueden ir surgiendo y, al menos a mí, cada vez me cuesta más el recuperarme para hacer vida totalmente normal. Por eso lo de superada entre interrogantes.

El día 14 de octubre, después de haber escrito mi post matutino y haber visitado a mis padres unos días, cogemos el coche para volvernos a Valencia. A los diez minutos me empiezo a encontrar mal y, conociendo bien los síntomas, le digo a mi mujer que creo que tengo otra pancreatitis. Me dice que no puede ser. Que eran ya cinco años sin ninguna. Que seguro que era otra cosa. Le digo que seguro será así y que continúe. Llegamos a Barbastro y, justo donde está el Hospital, la obligo a parar, bajo del coche y, con dolor insoportable le digo que «lo siento». Entro, me atienden de inmediato y con medicación muy fuerte por vena me paran los dolores. Me hacen analítica y TAC y se confirma: pancreatitis. Otra más.

Me estabilizan y me trasladan con ambulancia medicalizada a Huesca. Sí, hay cosas que sabemos la familia y que ya se van un poco de lo que se debe publicar por aquí. Llego ahí, siguen con la medicación y, haciéndolo mal, me introducen la alimentación antes de hora, lo que me desencadena una segunda pancreatitis. Por tanto, esta sería la novena, pero la incluyo dentro de la anterior. Esta con un dolor inmenso que no consiguen pararme en un tiempo y que hace que tema por mi vida. Sí, ya han sido algunos ingresos en UCI y conozco bien que cuanto más dolor, más posible es que haya lesiones permanentes en el páncreas. Ya tengo algunas. Y sé del peligro de las mismas.

Ese día, después de estabilizarme, se decide mi traslado a Valencia, donde llego después de un viaje, totalmente «drogado», a las dos o las tres de la mañana. Me revisan y me suben a planta. Ahí me hacen pruebas y me siguen suministrando calmantes hasta que, después de estabilizarse ciertos marcadores, me dejan ir hoy. Eso sí, con las recomendaciones de siempre: alimentación controlada, esfuerzos mínimos y un período largo de recuperación.

Lo anterior ha sido un breve resumen de la situación. Ahora estoy en casa. Ya, como veis, con portátil y, por desgracia para mí, con ganas de hacer cosas. Más cosas de las que mi cuerpo va a permitirme por un tiempo. Ahora toca reposo, dejar que me cuiden y, como me está repitiendo todo el mundo que me quiere, tomármelo de la mejor manera posible. Algo difícil siendo como soy, pero bueno… primero es mi salud. Y eso es algo que me ha costado tiempo entender.

Ahora voy a ser una temporada un docente en barbecho. Cuando ya esté más recuperado veré que hago con mi vida a todos los niveles porque, lamentablemente, el tener esta espada de Damocles en la cabeza, la necesidad de horas concretas para comer, la reducción al mínimo de esfuerzos (más allá del pasear o ir a ver la petanca) hace que, al menos por un tiempo bastante largo, tenga que buscarme algún hobby más de los que tengo. Toca cuidarse.

Gracias a todos los que os habéis interesado por mí. No estaba muerto. Estaba de parranda.

Lo más importante del blog es que os paséis por aquí, pero si queréis colaborar en su mantenimiento…


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