Entiendo que pueda haber personas a las que no les guste las propuestas que hago en el blog o, simplemente vean peligrar, por determinados motivos, su modus vivendi. A veces, incluso, hay especímenes incapaces de comprender lo que han leído y, por ello, se ponen a la defensiva por creer que estoy diciendo algo que en ningún momento he dicho. Y ya no digamos la incapacidad de algunos de llevar un debate a un determinado nivel porque, al final, las limitaciones de muchos se demuestran cuando solo son capaces de acudir a un emoticono de cara enfadada o, acudiendo al ataque personal, pedir que «me tiren por la ventana» o «me prendan fuego». Sí, estoy hablando de cosas que han sucedido después de escribir el artículo de ayer y los responsables de ese déficit intelectual para un debate en condiciones son personas que están dando clase a los hijos de alguien.
Si uno lee y comprende lo que escribí acerca del «canelo de la Informática en etapas obligatorias«, tiene claro que por lo que abogo es por una mejora de la competencia y cultura digital de la comunidad educativa, el que los coordinadores TIC dejen de arreglar cacharros y se use a los expertos (docentes de Informática o de Tecnología, en las Comunidades que no haya especialistas) para liderar ese gran proyecto de cambio en los centros educativos. Además, creo que mencionaba el triste currículum de la asignatura y la necesidad de ir un paso más allá, mediante el uso de herramientas y dispositivos, en cualquier asignatura porque, al final, el concepto de enseñar Informática y de cómo se enseña, por motivos varios (matizo, por si alguno sigue sin entenderlo, a nivel de tecnología disponible, formación inicial del profesorado, proyecto TIC o TAC del centro, apuesta por la incorporación del coordinador TIC como miembro del equipo directivo, etc.), debe actualizarse en etapas obligatorias. Una propuesta totalmente abierta y acerca de la cual se puede debatir porque se trata solo de una propuesta.
Son ya muchos años en los que estoy viendo a docentes que no se han leído ninguna ley educativa cuestionar el contenido de las mismas por lo que les dice su medio de comunicación (no es lo mismo leeer lo que dice Público sobre la LOMLOE que lo que dice OK Diario). Tampoco se puede afirmar que una metodología funciona por sensaciones y al margen de lecturas científicas (no lo que se diga en un blog) de los resultados de su implantación. Y ya no digamos en esconder, bajo una tupida alfombra, la realidad de ciertas cuestiones.
A ver, que los hijos de los ricos y la gente pudiente (también la académicamente solvente), eligen si tienen posibles enviarlos a centros educativos en los que se potencian las humanidades, la filosofía, el latín y un modelo de enseñanza mucho más unidireccional. Y además saben que algunos de sus hijos van a poder acceder a Universidades de renombre que, por cierto, les va a garantizar un salario más que digno en su futuro laboral. Algo que, por lo visto, no va con los pobres o los que se creen que son algo que, curiosamente, se ven abducidos por centros con metodologías cuyo nombre ya debería hacer huir de ellos, plagados de iPads o, incluso en los que se potencia la falta de saberes de sus docentes frente a sus habilidades para el entretenimiento. Es una realidad que uno puede leer, se comprende bastante bien y no permite contraargumentar porque, como he dicho, es algo objetivo.
Es lógico que algunos solo puedan moverse por Twitter o por determinadas redes sociales. Su incapacidad de leer, comprender o, incluso debatir, es notoria. Y eso que tienen un título en el bolsillo. Bueno, un título de esos que, para mí, leyendo ciertas cosas que dicen, tiene menos valor y otorga menos capacidad de la que tiene alguno de esos que, sin título, intentan informarse y mantener un debate en condiciones.
Tengo la gran suerte de no relacionarme con estúpidos, ni a nivel profesional ni a nivel personal. Además, si por desgracia en alguna ocasión lo he hecho, intento revertir la situación y alejarme de ese tipo de indigentes intelectuales. Y, como he dicho antes, nada tiene que ver con la cantidad de másteres que uno haya pagado.
Cada vez más feliz de mi política de bloqueos en Twitter y del humor, que me permite tomar ciertos rebuznos como lo que son… un producto de personas incapaces de leer, comprender y/o argumentar. Ya es triste tener que soportarse -o que les soporten las personas cercanas a ellos- para que además me pidan que les soporte. La ONG que tenía antaño para hacerlo ha agotado su presupuesto 😉
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