En el día de ayer un alumno agredió a una profesora de un instituto en Xirivella (enlace). No me importan los motivos del alumno, ni su situación personal, ni si conocía o no a la profesora, ni tan solo si se había tomado algo, quería grabar un vídeo para su canal de TikTok o, simplemente, estaba zumbado. No me interesa. No me interesa porque la agresión es injustificable. Es injustificable la agresión a un docente. Y me da igual la justificación que quieran buscar algunos o las ganas de decir que es «porque la docente llevaba la falda muy corta». Supongo que entendéis el símil.
No hay jamás justificación para una agresión a un docente. No me vale, como están diciendo algunos en las redes sociales, que la situación del alumno es tal o pascual y tampoco la necesidad de determinados personajillos, de dudosa catadura moral, que por desgracia se dedican a la docencia, intentando establecer comparativas entre otro tipo de agresiones. Esta agresión a la docente, al igual que todas las han sucedido o pueden suceder no son justificables. Y punto. Se acabo la argumentación. No hay justificación ninguna.
No se trata de buscar responsables en terceros. Ha habido un alumno concreto que ha dado una hostia y determinadas patadas a una docente. Ese alumno es el culpable del hecho. No hay más. Hay miles de alumnos en su misma circunstancia personal que no lo hacen. Por tanto, ¿a qué viene lo de justificar su situación personal? Dejémonos de gilipolleces y digamos que esto no tiene justificación ninguna. No la tiene. No debemos buscar ninguna. No debemos manipular para intentar que nuestras ideas o nuestro odio a los docentes (en caso de tenerlo) empañe lo sucedido. Y lo sucedido es un hecho determinado: una agresión. Una agresión donde hay un agresor y una docente agredida. Punto y final.
Todo mi apoyo para la docente agredida, para todos aquellos compañeros que sufren problemas en sus aulas y un desprecio absoluto para aquellos que dicen que la disciplina y el respeto deben ser ganados por los docentes. No es así. Nunca ha sido así. No es de recibo que nadie, por ejercer una profesión, deba ganarse el poder ejercerla en condiciones. Y esto no va de administración, de cooperativismo, de ideología ni de cualquier otra cosa. Esto va de un hecho concreto puntual que ha sucedido. Una agresión, repito, de un alumno a una docente. Y punto. Ya está. No busquéis tres pies al gato.
Finalmente me gustaría insistir en algo. No me interesa nada que no sea hablar del hecho y de decir abiertamente quién es el culpable y quién es el inocente de este asunto. Y el culpable es el que salta la valla y hostia a la profesora. Una profesora totalmente inocente, al igual que cualquier profesional que resulte agredido mientras está realizando su trabajo público o privado. No hay derecho a recibir una agresión por hacer tu trabajo. No debe buscarse ninguna justificación, ni exigir que a alguien no se le agreda ni se le deje hacer su trabajo. Eso debe venir por defecto en cualquier trabajo. Y punto.
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Estoy de acuerdo en todo lo que expresas, y hay un asunto que comentas que siempre me ha resultado alucinante y es el hecho, dicho por compañer@s de profesión, que es el de que debemos ganarnos el respeto de los alumnos en el aula.
Nunca he entendido cómo puedes ganarte el respeto de algunos alumn@s conflictivos. A mí me resulta muy complicado.
El respeto por parte de los usuarios de un servicio, en docencia como en cualquier otra profesión, no debe ganarse. Debe venir por defecto.
A mí me harta mucho ya este rollito de decir «es que es un caso aislado»… Mira… no, no es un caso aislado. No puede ser que cada poco salga a la luz un «caso aislado» porque entonces ya no se trata de eso, sino de otra cosa. Y aunque lo fuese, ¿alguien me puede explicar de qué le sirve al que ha cobrado las hostias eso de haber sido víctima de un «caso aislado»? Seguro que si las hostias se las dan a un político durante un mitin nadie sale a blanquear la violencia diciendo que el que zurró al político es un «caso aislado». Y otra cosa que me revienta es que casi siempre la agredida es una profesorA, en femenino. Que en parte es por mera estadística, pero que todos sabemos que determinados energúmenos se atreven mucho más con las mujeres que con los varones, aunque no sea llegando a las hostias, también es verdad. En fin… un asco de gentuza, los que agreden y los que blanquean las agresiones. Todo mi apoyo a la docente y a todos los que han pasado por lo mismo. Esto es una lacra y no hay más que querer verlo.
Por desgracia empieza a haber demasiados «casos aislados». No sé si es por una mayor difusión o porque el tema, según dice todo el mundo y vemos a diario, empieza a irse de las manos. Un saludo.
Amen