En julio de 2020 se publicó en el BOE el «Acuerdo de la Conferencia Sectorial de Educación sobre el marco de referencia de la competencia digital docente» mediante el cual, adheridas todas las Comunidades al mismo, se establecían unos niveles de competencia digital para los docentes que se reconocían a lo largo del territorio. Este marco competencial fue actualizado en mayo de 2022. Podéis encontrar aquí la actualización. O sea que, por fin, está puesto negro sobre blanco unos criterios competenciales para poder identificar y clasificar a los docentes de nuestro país en función de las competencias digitales que posean. Algo que, por lo visto, influirá en los concursos de traslados e incluso en el salario.
Hace un par de días, a bombo y platillo, el Ministerio de Educación y FP, por boca de su Ministra, dijo que antes del 2024 deberá estar acreditado el 80% del profesorado de nuestro país (noticia). Algo para lo cual se destinan 284,7 millones de euros para contratar mentores digitales y empresas privadas que ayuden a realizar esa adquisición por parte de los docentes de a pie. Se multiplicarán el número de asesores de los centros de formación del profesorado (en mi Comunidad, en principio, pasarán de 90 mentores digitales de este curso a más de 400 el próximo) y se contratará a determinadas empresas para que realicen esa formación docente. Bueno, a empresas o a docentes que, en multitud de ocasiones y de forma totalmente casual, son «amigos de» asesores de los centros de formación del profesorado o de los mentores. Es que si hablamos claro, lo hacemos desde el principio. Aquí en la Comunidad Valenciana, al igual que en Cataluña y Madrid, que son casos que conozco bien, se contrata, no siempre por competencia en lo que se va a formar: se contrata en muchas ocasiones por estar en la órbita de, estar en los mismos grupos de Whatsapp o, simplemente venir recomendados por alguien que conoce. No estoy hablando de prevaricación. Estoy convencido de que se hace porque conocer a alguien lo hace más adecuado para hacer ciertas cosas. Lo mismo podemos observar en Twitter a nivel nacional y ver la tela de araña que se teje con determinados nombres para todo esto de las competencias digitales. Casualidades muy casuales porque, en caso de no serlo, sería endogamia en su máxima expresión.
Lo de las competencias digitales como se está llevando a cabo (y se intuye se va a hacer) es un timo. Lo de los planes digitales es un constructo al que le faltan todavía veinte carajillos del «experto» para que tenga algo de claridad. A mi centro vino una chica que no tenía mucha idea de lo que es un plan de digitalización y no ha vuelto más. Le pedimos que viniera y convocara una reunión con todo el Claustro. Nunca más se supo de esa persona. Ni del que supuestamente la coordina. Eso sí, lleva liberada del aula y cobrando, con complemento, desde septiembre. La inmensa mayoría de los mentores digitales son maestros. No tengo nada contra los maestros pero, por favor, para enseñar competencia digital se debe ser especialista en temas digitales. Es que es de cajón. Bueno, debería serlo. Pero, al igual que hay asesores de los centros de profesorado que no saben encender un ordenador, es lógico que los mentores se contraten por criterios muy poco relacionados con lo que van a hacer. ¿Hay excepciones a esto? Claro que sí. El problema es que, viendo lo que he visto en mis años de profesión, son excepciones. Y después nos niegan un orientador o un PT. Hay prioridades.
Ese dinero, del que ya se han gastado bastantes millones más, también va a servir para que determinadas empresas hagan los cursos de formación del INTEF y de las diferentes Comunidades. Para que una empresa diseñe las certificaciones. Para que, curiosamente, sean los mismos de siempre los que hagan su agosto vendiendo de nuevo esos cursos de formación que no capacitaron a nadie para nada. Y eso no puede ser. Son cientos de millones de euros despilfarrados habiendo otros temas mucho más importantes que gestionar. Y eso es algo sin obviar que es importante tener competencia digital.
Yo solo voy a realizar formación si se refleja en algún euro más de mi nómina. Sé más de competencia digital que la inmensa mayoría de formadores. Algo que me preocupa… y no poco. Joder, si hasta he visto personas que jamás han usado una determinada plataforma educativa dando clase a otros docentes de cómo usar la misma. Y he visto la gran cantidad de errores que tienen en los materiales de formación. Materiales que, por cierto, no actualizaban porque decían que tenían mucho trabajo. ¿Trabajo en qué? Con la cantidad de millones que hemos destinado a formación del profesorado, no hemos obtenido una mierda. Bueno, algunos sí que han obtenido dinero para sus bolsillos, prestigio vendiendo ciertas cosas o largarse del aula para no dar clase. Siempre tiene que haber beneficiados en estas cosas.
Sin currículo. Sin saber la distribución horaria de las asignaturas para el curso que viene. Sin saber cuántos docentes se van a tener en cada centro. Sin tener claro el modelo de evaluación para el próximo curso. Sin tener claro cómo se van a gestionar los diferentes espacios, qué recursos se van a tener o, simplemente si va a funcionar internet en el centro, ¿es necesario gastarse tanto dinero en estas cosas? Bueno, por lo visto sí. Hay gente que debe comer. Y qué mejor que dar dinero público para que esa gente coma. Esa siempre ha sido la prioridad de estos aportes millonarios en educación: beneficiar a los de siempre. Bueno, ahora a los míos. Mañana a los suyos. Es que, al igual que el reparto indiscriminado de portátiles en la Escuela 2.0, que se demostró en todos los informes que existen, que fue un fracaso estrepitoso… ahora toca vender otra cosa. Ahora con más margen de beneficio porque las competencias digitales no existen. Lo que existe es un documento que han elaborado cuatro desertores de la tiza y seis amiguetes que se conocen por las redes sociales, «impuesto» por la OCDE (solo hace falta leer la cantidad de informes de la OCDE que ha publicado desde 2017, interpelando a mejorar la competencia digital del profesorado siguiendo unos determinados criterios). Sí, siempre está la OCDE o la UNESCO. Algo que ya hiede.
Estoy totalmente a favor de la mejora de la competencia digital del profesorado pero, por favor, ¿es necesario hacerlo ahora, cuando precisamente están todos los docentes preocupados por la aplicación de la LOMLOE, y de la manera que quiere hacerse? Esto es igual que la acreditación de inglés para determinadas plazas docentes. No sirve de nada, ni dar una asignatura en inglés beneficia al alumnado pero, como siempre digo, ha permitido que mucha gente (tanto del ámbito público como privado) saque tajada de lo anterior.
Lo de mejorar la educación nunca ha sido el objetivo de nada de lo que se ha planteado relacionado con las TIC. Me refiero a nivel praxis. No entro en la necesidad de disponer el mejor equipamiento (no solo) tecnológico posible para dar clase. Eso es otro tema.
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Doncs jo sóc molt justa en competència digital. Sé fer servir el bàsic però a 3 o 4 anys per a la jubilació, se’m fa molt difícil. Estic a infantil i quan parlen de l’Eva o la classroom em sento una mindundi. Q passa si mo ho supero?
El problema fonamental és posar al mateix nivell la «competència digital» que la «professionalitat docent». I un pot ser molt bon professional al marge del seu ús de les eines digitals en l’aula.
Muchas gracias, me alegra poder leer una opinión en contra de cómo se está gestionando ese pretendido plan de digitalización.
Es curioso que en vez de enseñarnos, como hacemos los profes entre nosotros, todo consista en una evaluación, y si no se acredita uno, pierde derechos laborales. En Madrid, por ejemplo, para el B1 piden; curso, examen y portafolio con evidencias del uso en el aula (para saber cómo aportar esas evidencias hay que leerse además un manual)
Sin embargo, nosotros cuando hicimos el examen de oposición y sacamos la plaza firmamos un contrato con unas condiciones laborales, y en su momento tuvimos que incluir las nuevas tecnologías en las unidades didácticas, ya nos evaluaron; pero claro, hay que cambiar las plataformas porque eso es lo que da dinero, y si bien los profesores nos vamos explicando los unos a los otros en los departamentos cómo funcionan las cosas, eso no interesa, porque hay que vender cursillos online, baratos de hacer y donde el alumno queda perdido, mandando emails de socorro al coordinador, que responde si le parece bien.
En verdad, no nos enseñan a usar las nuevas tecnologías y su maravilloso abanico, eso es mentira, nos obligan a usar sus dos plataformas mediocres, que en ocasiones, como sucede con Raices en la Comunidad de Madrid ( la plataforma para poner notas y pasar faltas) están tan mal hechas que permiten, si el usuario es humano y se equivoca, mandar un mensaje privado, en vez de al padre en cuestión, a toda una clase .
Pero el absurdo no termina aquí, cuando uno llega al aula, resulta que tiene que llevarse su móvil y un altavoz portátil para hacer un examen de listening, porque puede ser que el ordenador, que ya tiene más de 10 años, no funcione. Y cuando se usan los libros digitales, si hay una pantalla táctil, porque el centro es super moderno, (aunque el ordenador al que se conecta la pantalla tenga más de10 años) , el formato del libro digital es incompatible y no se puede abrir.
La otra super herramienta es al Aula Virtual, tampoco muy lograda, la verdad, nada intuitiva, y con la que se pueden corregir exámenes tipo test, oh maravilla, porque además la escritura es algo antiguo; sólo hay un pequeño detalle, y es que el centro no tiene aula de ordenadores para varias clases al mismo tiempo. En un centro de 600 alumnos hay una sala con 30 ordenadores.
Y para terminar el chiste final , en el examen de digitalización te preguntan sobre herramientas que ellos mismos han prohibido porque no son gratuitas o no cumplen con las leyes de protección de datos, ¿pero no habíamos quedado que eso no?
Un timo, exactamente, nos enseñan aire, pero eso sí hay quien está ganando mucho dinero porque a algún sitio irán los 230 millones del ministerio.
Con lo mucho que me gusta prepararme mi clases y estudiar mi asignatura, y aquí estoy, haciendo cursos online de plataformas mediocres en un sistema burocrático destinado a que nadie aprenda y no haya cambios sociales.
Coincido en la mayoría de tus opiniones y comentarios.
Yo (con cariño) me lo haría mirar. 😉
Bueno, la formacion actual del profesorado es de risa en general: uno hace el curso online y se lo pasa q los demás. Me encanta tu blog
La formación del profesorado es bastante «mediocre» (siendo positivo). Muchas gracias Carmen.