En el ámbito educativo tenemos especialistas en hacerse continuas palpaciones testiculares. Bueno, para ser inclusivos en el lenguaje, tenemos especialistas en hacerse palpaciones en sus partes bajas. Tanto en las dotadas de elemento flexible, como en las que tienen holgura de diferentes proporciones. Lo de tocarse las partes no tiene sexo. Tiene, eso sí, mucho de hijoputez porque, al final todos sabemos que para que uno se las toque, debe haber otro que haga su trabajo y el del otro. Bueno, o que no se haga parte del trabajo. Que para el caso es lo mismo.
A finales de julio (sí, tenía el blog en la recámara) estuve hablando con unos compañeros de profesión acerca de su devenir profesional el curso que viene. A uno le habían dado comisión cerca de casa y otro, por lo visto, se iba a hacer de “mentor digital”. De esos que asesoran a los centros educativos y a los docentes en la gestión del Plan Digital de Centro. Sí, algo que tampoco nadie sabe para qué sirve pero que, curiosamente, ha recibido cientos de millones de euros para contratar, en primer lugar a amiguetes y, en caso de no conseguir suficientes amiguetes, a alguno que creía, con un complemento salarial, que podía aportar algo.
Este compañero nos dijo, horchata mediante, que su objetivo este curso, tal y como le habían dicho otros compañeros que estaban el curso pasado en lo mismo, era ir “de guays” en sus visitas a los centros y trabajar poco. Le habían ofrecido ir un día cada cierto tiempo a una reunión y no estaba obligado ni a fichar, ni a llevar un diario de lo que iba haciendo. Que fuera a su ritmo le dijeron. Y que, por favor, no se estresara. Que ya sabía que los docentes que están en las aulas no son competentes digitalmente y se van a sentir atacados en sus visitas. Flipante no, lo siguiente.
No me extraña lo anterior. He estado unos cursos en la administración más gris y he visto lo mejor y lo peor de los profesionales que hay ahí. He visto los que curran y sacan las castañas del fuego y, a los que jamás puedes contar con ellos porque, ni sabes qué hacen ni sabes cuándo lo hacen. Se pasan el día no se sabe dónde, haciendo no se sabe qué. Es que parece mentira que algunos crean que han sacado el currículo definitivo en agosto porque han estado currando desde que se aprobó el marco curricular básico, por parte del Ministerio, de la LOMLOE. Eso sí, en muchísimas ocasiones no es culpa del profesional de a pie. Es culpa del que toma las decisiones. De sus jefes directos. Si los jefes no saben mandar, pues no se hacen las cosas. Y si uno ve que el de su lado se los está tocando a dos manos, mientras que él va desbordado y, curiosamente siempre acaba siendo abroncado por trabajar demasiado o proponer determinadas iniciativas, es lógico que algunos servicios acaben formados por los más vagos y maleantes. Repito: siempre hay excepciones.
En el aula y en la gestión directa de los centros, como parte de equipos directivos, es diferente. Es mucho más complicado tocarse los cataplines porque, al final, tienes a veintimuchos alumnos delante y tienes que lidiar con ellos. O, simplemente, tienes que tenerlo todo listo para que el centro funcione a partir del primer día de clase. Por mucho que todos conozcamos el típico ejemplo del “escaqueado”, no es una figura habitual. Los docentes que dan clase son los únicos que no pueden decir a su alumnado: es que hoy me apetece tocármelos. Por eso algunos huyen del aula. Demasiados no huyen para trabajar más y mejorar la educación. Algunos, por desgracia, aunque tengan eso como primer objetivo, al ver qué pueden y qué no pueden hacer, acaban volviendo a las aulas o metamorfoseándose con el ambiente. Y otros, claro está, es imposible que lo hagan porque, salvo honrosas excepciones, acabarían con un trauma por tener que volver a lidiar con una clase de alumnado real con problemas reales.
Hay lugares en la administración para tocarse “lo que no suena”. Hay otros en los que toca dar el callo en el día a día. Por eso a algunos nos gustan tanto las vacaciones y otros desean tanto volver a su curro. Porque, para algunos, su trabajo es un simple alargamiento de las mismas.
Finalmente me gustaría recordaros algo. Este no es un blog para motivaros ni edulcoraros la realidad educativa. Se trata de un blog en el que escribo cosas que veo, me pasan u opino en función de mi experiencia profesional. Nada más que eso.
Estos meses voy a ir haciendo un poco de publicidad, si me permitís (bueno, y si no da igual, porque esto es mi blog), de mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel). Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos este curso que viene sobre educación. 😉
Ay Jorge. Cuando tú te escaqueas no pasa nada. El problema es cuando lo hacen otros.
Lo que es triste es pasarse la jornada laboral publicando cosas en las redes sociales, yendo a revisar la última oferta del Corte Inglés o, simplemente, haciendo lo imposible para boicotear ciertas cosas (o bien por incapacidad o por mala fe). Pero bueno, sobre gustos…
Por cierto, siempre es un detalle que algunos podamos decir ciertas cosas con nuestro nombre y apellido y otros, curiosamente, jamás podáis hacerlo porque, al final, os pillarían con el carrito del helado. 😉
Va, disfruta de tus últimos días de vacaciones (en caso que no seas de los de vacaciones permanentes). Intenta hacer algo productivo con tu vida y aporta más allá del ad hominem. Sí se puede.