¿Os imagináis que volviera a compartir, de forma abierta y transparente en mis perfiles de redes sociales, una paella? ¿Os imagináis que os volviera a deleitar con fantásticas mezclas de horchata con determinadas bolas de helado? ¿Os imagináis que os hiciera un recorrido visual por la fauna de mi territorio o, simplemente, me pusiera a hacer vídeos acerca de cómo tiendo la ropa? Pues bien. Aunque os lo imaginéis, ya os digo que mi faceta exhibicionista hace mucho que pasó. Una faceta que me llevó incluso a publicar una imagen de mis pies, perfectamente esculpidos, siendo mecidos por unas maravillosas olas.
Pero también sé lo que sucedería si volviera a hacerlo (¡ya os he dicho que, por vuestro bien, no lo haré!). Que habría algunos «me gusta», alguien lo compartiría y, seguramente, acabaría llegando a la prensa rosa. Bueno, más bien tirando a fucsia. O quién sabe. A lo mejor invento el género periodístico turquesa. Pero, por mucho que llegara ahí, ¿qué repercusión podría tener el asunto? ¿En qué afectaría mi denuncia, hecha imagen, a determinados productos con azúcar, envasados bajo la denominación de horchata, que se vende en algunos supermercados? Lo sé. Irrelevancia total. Por muchos amigos a los que les envíe mis imágenes-denuncia por WhatsApp. Por mucho que haya rumores acerca de mi gastronomía.
Y eso es algo que deberíamos tener en cuenta. A veces en las redes, también en el ámbito educativo, no es tan importante el qué frente al quién. Es más importante quién dice qué que cualquier otra cosa. Es más importante el emisor que el propio mensaje. Así que si el mensaje deja de ser importante, imaginaos la fagocitación de los hechos por parte de quiénes los han cometido.
A estas alturas del sufrimiento, en formato lectura que estáis haciendo algunos, seguro que os preguntaréis… Jordi, ¿tiene algún sentido lo que estás escribiendo? Pues sí. Y os voy a poner un ejemplo. Un tuit (o post) que ha conseguido que se comparta 35.000 veces, ha tenido hasta el momento 512.000 «me gusta» y 61 millones de visualizaciones.

Fuente: https://x.com/elonmusk/status/1806011322238206432
¿Os imagináis la cantidad de visualizaciones, «me gustas» o retuits (republicaciones) que hubierais tenido vosotros si hubieras publicado la misma imagen? Creo que, posiblemente, unas cuantas menos. Bueno, la de los dos que os siguen, los cuatro que miran a lo lejos y el que, mientras está dormitando en el sofá da «me gusta» a todo lo que se menea.
Esto es un gran problema. Un problema cuando se traslada al ámbito profesional de uno. La importancia que, en ocasiones damos a aquellos que, por determinados motivos (en ocasiones muy alejados de ser buenos en o saber de algo), hablan sobre lo que uno conoce bastante bien.
Nada. No me hagáis mucho caso. Estoy llegando al viernes muy cansado aunque, como saben los que me rodean, muy satisfecho de ellos y de todos los que trabajan para que las cosas, en todos los ámbitos de mi vida (personal y profesional) salgan lo mejor posible. Y esos, aunque no consigan tantos «me gusta» (o ninguno) como algunos que van el día pontificando por las redes de ciertas cosas, son lo más importante de la vida misma. Al menos de la mía y seguro que, con nombres diferentes, espero que todos las tengáis a vuestro lado. Gracias por estar ahí. Y gracias a aquellos que, en un futuro, vais a estar ahí.
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