En el mundo educativo siempre buscamos esa chispa que encienda la mecha del aprendizaje en el alumnado. Y hablando de chispas y mechas, ¿qué mejor que relacionar, a estas alturas del calendario, este esfuerzo de búsqueda con la vibrante tradición de mi tierra adoptiva de las Fallas? Esa época del año en la que la ciudad se llena de monumentos satíricos y el aire retumba con el estruendo de las mascletás. Y huele a fiesta. A mucha fiesta.
Ahora, imaginémonos por un momento que el DUA es como una mascletá. Se supone que debe ser un espectáculo inclusivo, donde cada estudiante encuentre su su ritmo en la melodía del aprendizaje. Pero, ¿y si en lugar de una sinfonía educativa, lo que tenemos es un ruido ensordecedor que confunde más que aclara? Una mascletá descontrolada, realizada por «pirotècnics» que jamás han visto un solo petardo como no fuera por la televisión. Algo que acaba siendo un esperpento en lugar de ese momento en el que los ruidos bailan en el corazón de quienes los escuchan.
Y ello me lleva a pensar en la canción «Me’n vaig a la mascletà». Una canción que nos habla de dejarse llevar por la fiesta, de sumergirse en la tradición y el jolgorio. En un giro argumental, podríamos decir que el DUA nos invita a una fiesta similar, donde todos los estilos de aprendizaje bailan al unísono. Pero, ¿realmente todos están disfrutando de la fiesta, o algunos se han quedado sin petardos? ¿Realmente hay petardos sin pólvora o entendemos lo mismo cuando hablamos de petardos y mechas?
Cuestionar el DUA no negar las letras que lo componen. DUA puede ser desde «dos que usan airfryer» hasta llegar a «decálogo de urinarios y alicatados». Es analizar si realmente está detonando el potencial de cada estudiante. ¿Estamos creando una experiencia de aprendizaje explosiva y memorable, o simplemente llenando el aire con humo y ruido? Las Fallas, con su capacidad de asombrar y entretener, nos recuerdan que el impacto debe ser visual y emocional. ¿Puede el DUA decir lo mismo?
Mientras que las Fallas culminarán con la «cremà», quemando los ninots para dar paso a la renovación, quizás es hora de encender una chispa en el DUA. Dejemos que arda y renovemos ya el discurso educativo pensando en el bien para nuestros estudiantes. Iluminar el camino del aprendizaje es la clave, ¿o no es esa la verdadera esencia de la educación?
Yo estoy con mi segundo buñuelo del día. Y ya sabéis que no hay dos sin tres. A ver si voy a ver mañana la primera mascletà de este año, y el día después de la «cremà» veo que todo esto del DUA no ha sido más que otro ninot más al que no han indultado.
¡Disfrutad de las Fallas! Yo pienso hacerlo a mi manera porque, a diferencia del DUA, las Fallas cada uno las disfruta, sin imposiciones, de la manera en que considere.
A aquel que me ha dicho que no era capaz de mezclar las Fallas con el DUA… ¡sujétame el cubata y págame la paella que te has jugado!
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A mi, algo que se llama «Diseño Universal» me genera ciertas dudas. No sé qué podría llegar detrás que lo supere. Por sorprendente que parezca, «Diseño galáctico» sería menos pretencioso, pues la galaxia es más pequeña que el Universo. También me evoca al cine de los 90, con «Soldado Universal». Es el Jean Claude Van Dam de la educación. Con sensaciones así asociadas al DUA, es difícil que lo pueda acoger positivamente…
Creo que los que inventaron el concepto y sacan pasta de sus chiringuitos vendiéndolo deberían, como bien dices, darle una vuelta a su denominación. Lo de galáctico es algo que deberían tener en cuenta. 😉