A mediados de julio borré todos los posts (más de 3000) de este blog y, aprovechando para desprenderme de cosas, realice el cierre de mi cuenta de Twitter para, sin querer quedarme sin ese medio, abrir una nueva cuenta en la que me planteé que, más que para informarme -o infoxicarme-, me sirviera para mantener el contacto con determinadas personas. E, incluso, si en algún momento me entraba el gusanillo, pudiera hacer de «mirón» entre unicornios educativos y caballeros de herrumbrosa herradura que, aún en siglo XXI siguen empeñados en montar a su pura sangre que, de años que tiene, más que avanzar al trote lo hace a cámara lenta sin efectos especiales añadidos.

En este tiempo me he dado cuenta que, ni las redes sirven para mucho más que para un aprendizaje en diferido, rápido y pantagruélico ni, por desgracia, salvo que te dediques a la promoción y venta de tu marca personal o producto relacionado con la educación, gestionar un aprendizaje eficaz. A pesar de ello, especialmente para alguien que empiece en esto de la educación o para algunos a los que les encante su trabajo, puede ser un medio fantástico para realizar una primera aproximación, sabiendo filtrar bien, a la docencia. Bueno, para aquellos que ya llevan años de experiencia o no sean docentes, también les puede saber para conocer un poco, más allá de sus paredes o desde fuera de los centros, saber qué se está haciendo en los mismos. Poniendo, claro está, todo en barbecho e intentando hacerse una visión global más allá de sectarios, vendedores de bagatelas o gurús alopécicos que venden crecepelos.

Me está probando bien el cambio. He mejorado la productividad, no me siento tan dependiente de escribir o no y estoy consiguiendo algo que, lamentablemente había perdido: el volver a disfrutar de un anonimato que, en educación si uno quiere hacer, pasando de egos y negocios mal entendidos, es importantísimo. Me encanta revisar las estadísticas de mi blog y ver como, gracias a este cambio, el número de visitas se ha reducido drásticamente. Y, especialmente la agresividad de algunos hacia mi persona porque, por suerte, hay personajes muy repulsivos en las redes que solo se fijan en uno si pueden conseguir algo, sentirse importantes porque están «insultando» a alguien que tiene seguidores (son tan gilipollas que se piensan que eso es realmente importante) o, simplemente, dejando comentarios barriobajeros en un blog de un artículo que no se piensan leer porque, al final, lo importante para ellos no es lo que se dice y sí quien lo dice. La limpieza de cierta clase de personajes, de la que también hay ejemplos en el ámbito educativo, ha sido algo muy positivo.

No puedo recomendaros que hagáis lo que yo. Jamás he pretendido dar consejos a nadie. A veces digo o diré cosas que a mí me han funcionado, recomendaré libros o, simplemente hablaré, de forma más o menos sutil de ciertas cuestiones personales o profesionales. Lo importante es que ya no siento ninguna presión por hacerlo. Llevo muy bien el detox digital y, aunque siga haciendo muchas cosas por delante y por detrás relacionadas con mi profesión, no tengo ninguna necesidad de contarlas, buscar el aplauso o la crítica por hacerlas. Es lo que tiene la vida más allá del teclado y la pantalla por obligación de algo que no está relacionada con tu trabajo.

Finalmente deciros que la clave es que seáis felices hagáis lo que hagáis. Y si sois felices en Twitter o monopolizando vuestro tiempo en alguna afición, al final es una decisión personal e intransferible. Lo importante es ser feliz o, al menos, intentarlo.

¡XarxaTIC ha muerto! Ya era hora de ser Jordi, aunque los que me conocen ya saben que nunca he dejado de serlo 😉


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