Mucho quejarse los docentes de intrusismo profesional y, curiosamente, los que más se quejan son los que hacen de cosas que no les corresponden. Pretender que un docente de Lengua Castellana pueda dar Ciencias Sociales en primero de ESO (que las estudió, como mucho si es licenciado en alguna Filología, en segundo de Bachillerato o COU de mis tiempos) es como decir que un alumno de segundo de Bachillerato puede dar clase de esa asignatura. El conocimiento que tienen es el mismo. Lo sé, hay docentes que van de intrusos full time salvo cuando algunos tertulianos se ponen a explicar cómo mejorarían la educación. Entonces, se ponen a criticar a los tertulianos, cuando lo que deberían hacer es callarse. Da igual, que hablen pero que piensen antes de hacerlo. Solo les pido eso. Es que hacen lo mismo.
Hoy me he levantado de la no-siesta leyendo un post, en el que un docente muy conocido en las redes (seguro que muy currante), dice que “finaliza una de esas clases en las que lo teórico pasa a un segundo plano porque prevalece la emoción”. Lo de hacer de coach emocional es algo que a algunos les ha venido sobrevenido. Da igual que no tengan ningún estudio que valide su experiencia como psicólogos… son capaces de gestionar emociones de su alumnado. Además las enseñan. Joder, que una cosa es apoyar y ayudar al alumnado, y otra jugar a la autoayuda. Nada, supongo que algunos saben hacer de todo. Además con total rebeldía ante un sistema obsoleto.
A mí nunca me importó perder una clase. Ni dos ni cuatro. Eso sí, jamás me hubiera puesto a jugar a los médicos o a ser gestor emocional de nadie. Tampoco se me ocurriría explicar, en caso que estuviera ahora en el aula, salvo que fuera docente de Biología (y aún así, sería complejo) el funcionamiento de las vacunas. Pero no hemos de olvidar que el aula está llena de tertulianos que, a veces dan clase. Digo a veces porque visto lo visto, en ocasiones me planteo cuándo explican algo. Y no, ser el más molón o el que monta juegos o habla de la vida, mientras cuenta anécdotas, no es para lo que pagan a uno.
Es importantísimo, repito, adaptarse al alumnado en ciertas cosas e intentar, dentro de las posibilidades de uno, echar una mano para que consiga aprender. El objetivo básico de la educación no debería ser la asistencia social, el ayudar a gestionar las emociones o hacer de coach. Seguro que todos somos árbitros en potencia y futbolistas frustrados que hubiéramos marcado ese gol. El problema es que, al igual que también cocinamos peor que la mayoría de profesionales, montamos los muebles de Ikea con más dificultad que alguien que se dedica a ello o dejamos, por suerte, la construcción de nuestras viviendas en manos de quien sabe, deberíamos replantearnos a qué estamos jugando cuando hacemos ciertas cosas en el aula.
Del timo del salario emocional (qué bonitos son los abrazos y chocar los puños, siempre que se cobre a final de mes) hemos pasado a que algunos se crean que son coach. Una maravillosa palabra para indicar lo que uno no es. Lo de ser motivadores, alegres y dominadores de contexto es algo muy complejo. Bueno, salvo que uno tenga mucha empatía y sepa que, para estar bien visto en el aula por su alumnado, o es muy bueno dando clase o deja un laissez faire permanente montando cada semana una actividad diferente con su alumnado. Porque, no lo olvidemos, para algunos lo importante es no aburrirse, emocionarse y fracasar de forma continua porque, tal y como dicen y defienden, el fracaso es un premio para el aprendizaje.
Al igual que un político no debe juzgarse ni medirse en función del tamaño de su coleta, un docente no debería medirse por lo guay que sea, lo chachipirulis que sean sus clases o, simplemente, la cantidad de horas de curro o vocacionalidad medida con el vocacionómetro que tenga. Uno es buen profesional en función de sus resultados EN SU PROFESIÓN. Y sus resultados no son las notas que ponga. Sus resultados se miden en función de la cantidad de aprendizajes que un alumno tiene al entrar en una de sus clases y al salir. Aprendizajes relacionados con el currículo porque, seamos sinceros, en caso de que yo diera, por ejemplo, Ciencias Sociales en primero de ESO, me importaría que mi alumnado saliera de mi clase, teniendo los conocimientos y las capacidades que se incluyen en el currículo oficial de la asignatura. O los máximos posibles.
Nada, no me hagáis caso. Seguro que mi visión es culpa de que me dan pocos abrazos. Y lo importante de uno es que sea coach emocional. Que eso sí que mola mazo. Lo de ser un gruñón como yo, prometo que solo a nivel de algunos posts, no tiene tanto tirón.
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