Hay alumnado que no debería ir a una clase «normal» de primero de ESO. Hay alumnado disruptivo (va, hablemos sin eufemismos, auténticos cafres que destrozan cualquier clase) que no deberíamos permitir que jodiera al resto del grupo. Mucho hacer un discurso políticamente correcto de inclusión desde una tarima mediante una conferencia magistral, montar cientos de cursos para saber lidiar con las emociones y, por desgracia, hay alumnado que, falto de intervención educativa y SOCIAL en el colegio, llegan a los institutos sin poderse soportar. El problema es que nosotros, como docentes, los soportamos unas pocas horas. Sus compañeros los sufren a diario y esa minoría impiden y ponen trabas a su aprendizaje. Entonces, ¿por qué toleramos su existencia en un aula convencional? ¿Realmente alguien es tan estúpido para creerse que van a salvarse de la quema social futura? Pues va a ser que, salvo mínimas excepciones, no. Y a mí me preocupa que por un alumno de mil que pueda salir de la quema, estemos perjudicando el aprendizaje de veinte compañeros.

Sé que no queda muy bien decir que hay alumnado que ya se ha perdido para el sistema. Creo que no está nada guay decir que hay carne de cañón en nuestros primeros de ESO que sabemos que va a acabar, con suerte, viviendo de las subvenciones y no haciendo daño a terceros (aunque muchos de esos alumnos, pasados los años, sabemos que van a estar implicados en varias cosas desagradables). Es alumnado que debemos quitar, cuando ya les hemos perdido, del sistema educativo porque están desahuciados a partir de un cierto momento. Así que, si nadie se plantea mejorar e invertir para que no lleguen a los doce años tal y como llegan a los institutos, pues toca tomar algún otro tipo de medida para proteger a la mayoría de nuestro alumnado. Porque, otro problema bastante más grave que el de impedir aprender a sus compañeros de pupitre, es que acaben tentando a alguien para que se pase al «lado oscuro». Bueno, no es un lado oscuro. Es su lado. Es lo que han elegido vivir. Y, como he dicho antes, no se arregla lo anterior mediante ninguna medida que podamos tomar de forma aislada desde los centros educativos porque estamos hablando de temas conductuales y no académicos. No nos olvidemos de lo anterior. Además, vamos a ser sinceros, un buen ambiente en el aula mejora el aprendizaje.

Tenemos alumnado con problemas académicos para atender en el aula. Podemos actuar para intentar mejorar tanto el ambiente del grupo como la integración de determinados alumnos en el grupo-clase y ayudar a socializarles. Podemos atender dudas, hacer proyectos para adaptarnos al aula o incluso atender a alumnado con déficits de aprendizaje (si contamos con el profesional adecuado que nos ayude). No es malo tener alumnado al que le cueste. No es malo trabajar cosas que no sean exclusivamente académicas con ellos. El problema es que, por desgracia, por atender (bueno, más que atender, dedicar el esfuerzo a intentar lidiar con ellos) a esa minoría de alumnado disruptivo y deshauciado, estamos perdiendo un porcentaje muy grande de alumnado por el camino. Y repito: no estoy hablando de alumnado con problemas de aprendizaje ni con necesidades educativas especiales. Estoy hablando del tipo de alumnado que ya sabéis.

Estoy convencido que si quitáramos determinado alumnado de los institutos, no solo mejoraría el ambiente global en los mismos. Mejoraría el aprendizaje de los chavales y las relaciones que se establecerían entre los mismos serían mucho menos tóxicas porque, ¿qué ejemplo les estamos dando a nuestros alumnos cuando ven sentados a su lado a determinados chavales que no creen en nada, impiden dar clase, no tienen ningún respeto por nadie y que, además, siempre van de líderes? No lo olvidemos, el alumnado disruptivo tiene sus acólitos porque lo malo atrae. El problema es que a unas determinadas edades esos ejemplos son totalmente nefastos.

¿Estoy hablando de segregación? Creo más bien estar hablando de supervivencia. Estoy hablando del bien para la mayoría. Un concepto que, por lo visto, no es adecuado en una sociedad en la que nos estamos olvidando de que, aparte de las minorías (que necesitan todo nuestro apoyo y ser protegidas), también existe una mayoría que, a lo mejor, se ve perjudicada por cierto tipo de actuaciones. Pero nada… llamadme X. Seguro que tenéis las estrategias para lidiar con ese tipo de alumnado. Yo, después de 25 años, no las tengo. Y sobre el papel o en una tarima todo se aguanta. En el aula las cosas se complican bastante más.

¿O invertimos o sacamos a ese alumnado del aula convencional? Es que no veo otra alternativa para beneficiar a la mayoría de nuestro alumnado. Bueno, para detener la sangría que estamos teniendo por no poder dedicarles el esfuerzo que se merecen.

Finalmente, por si alguien entiende lo que no es, voy a hacer un resumen rápido del post: INVERSIÓN (en personal y recursos), ACTUACIONES SOCIALES desde que determinado alumnado nace en determinadas familias y/o contextos y BÚSQUEDA DEL PROCOMÚN. Es que algunos sé que, por desgracia, se van a quedar en el concepto de segregación que planteo, pero se llega ahí porque hay falta de actuación previa de los poderes públicos en esos niños que, lamentablemente, ya ha desahuciado el sistema a los doce años. La mayoría de familias de los cuales ya lleva siendo desahuciada por el sistema décadas.


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