En educación hay cosas que funcionan bien, otras que podrían funcionar mejor y, finalmente, un tercer grupo de cosas que funcionan francamente mal. Ni todas son solucionables por parte de la administración educativa, ni todas son responsabilidad directa o indirecta de docentes y/o alumnado. Creo que conviene empezar a trabajar sobre las cosas que sí pueden ser mejorables o reparables y dejarnos, de una vez, de intentar luchar contra molinos de viento pensando que, con una lanza y un simple escudero, con más o menos luces, vamos a acabar con esos entes que no existen.
Es por ello que voy a intentar, siempre dentro de mis posibilidades y con mi visión sesgada, totalmente subjetiva y basada en experiencias y vivencias propias, acerca de la educación, hilvanar un breve decálogo de cosas que sí que podríamos hacer, de forma bastante sencilla y a un coste muy bajo, para mejorar la educación. Además lo escribiré de forma muy resumida porque, al final, lo importante no es qué debemos hacer. Es desarrollar eso que debemos hacer mediante un protocolo de actuaciones que hagan que se cumplan. Y ahí, un simple docente como yo, tiene muy poco margen de maniobra o recursos para ello. Así pues, aquí lo dejo por si a alguien, de esos que pueden, tiene ganas de ponerse a ello.
Así que, sin más, vamos a por el decálogo para la transformación educativa:
1) Establecer procedimientos de digitalización que tengan en cuenta no solo la parte técnica, sino también la parte relacionada con los recursos humanos disponibles, la tipología del alumnado, la tipología del centro, la asignatura a impartir y las edades del alumnado.
2) Diseñar un proceso de mejora, adaptación, remodelación y nueva construcción de instalaciones educativas basadas en criterios demográficos actualizados.
3) Mejorar el procedimiento de formación del profesorado mediante el establecimiento de líneas marco de formación, incluyendo en las mismas tanto aspectos relacionados con la praxis como con el uso de determinadas herramientas. Se sobreentiende que dicha formación también debe incidir, de forma prioritaria, en el contenido específico que se enseña en las diferentes asignaturas.
4) Establecer un proceso de evaluación sistémico en el que, de forma cuantitativa, mediante la objetivación máxima de resultados, se midieran cómo está funcionando el sistema educativo desde todos sus aspectos (profesorado, resultados, aprendizaje alumnado, uso y gestión de recursos, etc.). Esto implica mejorar y suministrar fondos a equipos mixtes de investigación educativa, formados por investigadores de campo y docentes de aula. Dicha evaluación debería ser pública y de fácil acceso.
5) Crear equipos educativos de expertos que, siempre con alejamiento temporal del aula, pudieran asesorar a los docentes. Estos equipos deberían coordinarse entre ellos, ser sometidos a evaluación exhaustiva y participar, por su asignación en determinados centros o zonas educativas, en las decisiones que se tomaran por parte de los diferentes equipos directivos.
6) Renovar el modelo de Consejo Escolar para que sus decisiones tuvieran una mayor importancia en la gestión del centro educativo al que pertenecen. Obligar a los Ayuntamientos a participar en el diseño y evaluación, tanto del sistema educativo como de la distribución del alumnado en sus municipios. Dicha distribución del alumnado estaría sometida a control exhaustivo por parte de la administración educativa para intentar eliminar los centros gueto y proceder a una redistribución, tanto por proximidad geográfica como por nivel de renta, entre todos los centros sostenidos con fondos públicos (se incluyen centros públicos y concertados).
7) Devolver el poder a los Claustros, tanto en la toma de decisiones como en la selección de los equipos directivos. Proceder a establecer un tiempo máximo de duración de los equipos directivos que no debería jamás alargarse más de ocho años.
8) Asignar recursos en función de las necesidades reales de los centros educativos y no de su matrícula. No todos los centros educativos necesitan el mismo dinero y, más allá del número de alumnado y el porcentaje del mismo con necesidades educativas especiales, hay muchos factores que deberían tenerse en cuenta.
9) Cambiar el modelo de la bolsa de trabajo para docentes en centros sostenidos con fondos públicos, realizando un primer proceso de evaluación antes de incorporarse a la misma y que, mediante diferentes procesos de evaluación los primeros cursos en centros sostenidos con dinero público, pudieran conseguir una plaza fija en la administración educativa. Esta bolsa de trabajo debería usarse tanto para centros de gestión pública como para privados sostenidos con fondos públicos (léase centros concertados).
10) Obligar por ley a mantener un mínimo de tiempo cualquier legislación que afecte al sistema educativo. Dicha ley debería estar refrendada por la mayoría de partidos políticos y, al margen del partido que gobernara, permitir un diseño educativo que busque, más allá de la ideología o el discurso, seguir los dictados de lo que dice la investigación educativa, la experiencia de los docentes y las necesidades reales de la sociedad.
Nada, no me hagáis mucho caso porque seguro estoy equivocado. A lo mejor los puntos anteriores son solo producto de una imaginación calenturienta pero, al menos en mi cabeza, sonaban bastante bien.
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