Lo confieso. Confieso que he usado Kahoots en el aula. Confieso que he sido de los que he usado esa herramienta para evaluar. Y sí, también os confieso que soy de esos que, para librarme algún día de dar clase en determinados grupos, he optado por la opción fácil del Kahoot. Bueno, del Kahoot y también he tirado alguna vez del uso de vídeos.

Pero bueno, más allá de mi experiencia personal con la herramienta, sí que me gustaría hablar un poco de los beneficios e inconvenientes que tiene el uso de la misma en el aula porque, al final, eso acaba siendo clave para decidir si usar o no algo.

Empecemos por la herramienta. ¿Conocéis Kahoot? Seguro que sí. O la habréis usado o la habrán usado alguno de vuestros compañeros. Y, seguramente, si habéis dado algún curso de formación os habrán hablado de ella como el sanctasanctórum de la gamificación. Bueno, algunos formadores deberían leer un poco más de teoría de juegos y de su aplicación a la educación pero, por desgracia, algunos ya sabemos cómo va la mayoría de la selección de los mismos. Especialmente para aquellos cursos que montan las administraciones educativas.

Pero bueno, imaginemos que no la conozcáis. Kahoot es una plataforma gratuita (¿os chirría lo de gratuita?) a la que se puede acceder desde cualquier dispositivo con conexión a internet. Permite crear concursos de preguntas y respuestas de forma sencilla, con diferentes opciones de formato, tiempo, puntuación y feedback. El profesor o la persona que crea el Kahoot puede elegir el tema, el nivel y el tipo de preguntas que quiere plantear, así como añadir imágenes, vídeos o sonidos para hacerlo más atractivo.

Para jugar a un Kahoot, los participantes deben entrar en la página web kahoot.it e introducir el código que les proporciona el docente. Así, pueden ver las preguntas en la pantalla principal y responder desde sus dispositivos, eligiendo la opción correcta entre varias alternativas. Por cada respuesta acertada, reciben una puntuación que depende de la rapidez y la precisión. Al final del juego, se muestra un podio con los ganadores y se puede descargar un informe con los resultados de todos los jugadores.

Explicados los rudimentos de la herramienta (que, por cierto, es muy sencilla de usar, tanto por parte del docente como del alumnado) os incorporo un videotutorial en el que es muy fácil saber cómo crear vuestro primer Kahoot.


Pero, ¿qué beneficios e inconvenientes presenta Kahoot para el aprendizaje?

Los defensores de Kahoot argumentan que esta herramienta tiene varios beneficios para el aprendizaje, tanto a nivel cognitivo como afectivo y social. Algunos de estos beneficios, según ellos, son:

  • Favorece la atención, la concentración y la memoria, al tener que responder a las preguntas en un tiempo limitado y con un estímulo visual y auditivo.
  • Estimula la curiosidad, el interés y la motivación, al presentar los contenidos de forma lúdica y competitiva, con recompensas y reconocimientos.
  • Fomenta la participación, la interacción y la colaboración, al poder jugar de forma individual o en equipos, compartir sus respuestas, comentar sus dudas y debatir sus opiniones.
  • Refuerza el aprendizaje, la comprensión y la evaluación de los contenidos, al permitir repasar o poner a prueba los conocimientos adquiridos, recibir feedback inmediato y analizar los errores y los aciertos.
  • Facilita la adaptación, la personalización y la innovación de la enseñanza, al ofrecer al docente la posibilidad de crear sus propios juegos, ajustarlos a las necesidades y los intereses de sus alumnos y utilizar una metodología activa y gamificada.

Sí, todo parece muy bonito, pero…

Hay algunos inconvenientes que pueden afectar negativamente al aprendizaje, tanto a nivel cognitivo como afectivo y social. Algunos de estos inconvenientes son:

  • Dificulta la reflexión, el razonamiento y la profundización, al basarse en preguntas cerradas, de respuesta rápida y superficial, que no requieren un análisis crítico ni una argumentación sólida.
  • Genera estrés, ansiedad y frustración, al someter al alumnado a una presión temporal y competitiva, que puede provocar nerviosismo, confusión y desánimo.
  • Promueve la distracción, la desconexión y la desigualdad, al depender de la tecnología, que puede fallar o no estar disponible para todos, y al crear una brecha entre los que tienen más habilidad y los que tienen menos (tener más o menos habilidad no significa saber más o menos de un tema).
  • Resta tiempo, atención y relevancia a los contenidos, al dedicar una parte de la clase a jugar, que podría emplearse en explicar, practicar o profundizar en los temas, y al dar la impresión de que lo importante es ganar y no aprender. El coste de oportunidad es clave antes de cualquier decisión acerca de qué usar o no en el aula.
  • Limita la creatividad, la originalidad y la diversidad de la enseñanza, al seguir un formato preestablecido, que puede resultar monótono, repetitivo y poco variado al no ofrecer otras opciones de aprendizaje más abiertas, flexibles y personalizadas.

Para mí actualmente pesan más los inconvenientes que las ventajas. Me preocupa el uso indiscriminado de la herramienta, la banalización de esos «días en los que hacemos un Kahoot» o, simplemente, el qué dejamos de hacer por hacer esto. Lo sé. Muchos más días se pierden en Halloweens y similares.

Eso sí, por ahora con los estudios que existen y que voy leyendo, existen resultados contradictorios en su uso. Por eso no me atrevería a poner la mano en el fuego por los pro o los antiKahoot. Pero bueno, yo creo que a la postre no se trata de usar o no usar Kahoot en el aula, sino de hacerlo con criterio, moderación y complementariedad. Es decir, usarlo cuando sea adecuado, sin abusar ni depender de él, y combinándolo con otras metodologías y recursos que enriquezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje y hacernos, como docentes, las siguientes preguntas (extrapolables al uso de cualquier herramienta o metodología):

  • ¿Para qué quiero usar Kahoot? ¿Qué quiero conseguir con él? ¿Qué beneficios espero obtener?
  • ¿Qué quiero enseñar con Kahoot? ¿Qué conocimientos quiero que adquieran o repasen mis alumnos? ¿Qué preguntas voy a plantear?
  • ¿Cuándo y cómo voy a usar Kahoot? ¿Qué momento y qué lugar son los más apropiados? ¿Qué condiciones y recursos necesito?
  • ¿Qué características, necesidades e intereses tienen mis alumnos? ¿Qué nivel y qué ritmo de aprendizaje tienen?
  • ¿Cómo voy a evaluar el uso de Kahoot? ¿Qué indicadores y criterios voy a utilizar? ¿Qué feedback y qué seguimiento voy a dar?

Siguiendo estas pautas, Kahoot puede ser una herramienta educativa más, que puede aportar valor al aprendizaje, siempre y cuando se use de forma adecuada, equilibrada y diversificada. Pero bueno, eso al igual que todo lo que podemos usar en el aula porque, para mí, mientras se respete la privacidad de los datos del alumnado (algo que en Kahoot es fácil porque no tienen que registrarse y lo lógico -que no habitual- es que los docentes pidan anonimizar el nombre a su alumnado), se haga con sentido para favorecer el aprendizaje del alumnado y no por hacer, cualquier herramienta me parece fantástica. Bueno, cualquiera que no tenga, como en este caso y a diferencia de los teléfonos móviles, perjuicios de entrada en su uso.

Nada, un artículo más acerca de esos debates sobre cuestiones sin importancia que se dan en las redes sociales. Y que, curiosamente, siempre acaban derivando en el insulto o el desprecio a los que piensan diferente por los cuatro de siempre. Es lo que tiene la inmediatez. Por eso prefiero plasmar mis reflexiones, de forma algo más sosegada, en este blog.

Usar Kahoot no es gamificar el aprendizaje. Es usar Kahoot.

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