¿De quién fue la culpa del magnicidio de Kennedy? De un docente

Esta semana han vuelto los ataques furibundos contra el colectivo docente. Que si somos unos inútiles por no entender la LOMLOE, que si no potenciamos la creatividad en nuestro alumnado, que si no nos formamos adecuadamente, que si estamos haciendo lo mismo que hace 50 años, que si gestionamos los festivos, que si somos unos vagos, que si no queremos incluir al alumnado, que si…

La verdad es que ha sido una semana interesante en los medios. En los medios y en determinados colectivos que, supuestamente, son colectivos docentes pero que se acaban convirtiendo en un entramado para criticar a todos los compañeros que no son de su cuerda. Sí, el problema no es la crítica externa. El problema también es que, cuatro que en sus centros nunca han trabajado, han hecho lo contrario que dicen en las redes sociales o, simplemente, están tan alejados del aula como estará el caviar en mi comida navideña, también se suman al ataque demagógico, indiscriminado y, por desgracia para ellos, totalmente falso, contra los docentes de a pie. Bueno, algunos siguen creyendo que en los centros educativos se pega con la regla o se estudia la lista de los Reyes Godos. Argumento cansino hasta más no poder.

Da igual que sepas que la inclusión sin recursos es un bluf. La culpa de que teniendo treinta alumnos en clase, a lo largo de unas horas a la semana (en caso de Secundaria, yo tengo grupos que veo solo una vez a lo largo de ella) no consigas personalizar el aprendizaje, es tuya. No es culpa ni de las ratios, ni de la situación de partida, ni de los conocimientos previos, ni de los recursos disponibles, ni de… La culpa es que no sigues los dictados del DUA que te venden desde una determinada academia de formación “inclusiva” en la que, curiosamente, trabajan algunos de esos que critican a sus compañeros. Tampoco, por lo visto, seguimos los dictados del ABP. Y somos incapaces de ver las bondades de la LOMLOE porque no la hemos leído. Bueno, aunque la hayamos leído, el problema es que no la habemos entendido. Algo que hace que los que sí la entienden, normalmente personas que no han pisado un aula jamás, deban decirnos cómo funciona. Es que como dicen algunos, en tres meses de su aplicación, se ha revolucionado el aula. Si no lo vemos los docentes de a pie es porque somos muy estúpidos. Flipante.

La culpa de que no sepas evaluar por competencias y cualitativamente a cada alumno es debido a que eres un inútil por no saber gestionar. En mi caso, con cerca de un centenar de indicadores y criterios que debo incorporar para cada uno de mis 200 alumnos de primero de ESO (doy una hora a 8 grupos) soy incapaz de evaluar con los dictados de la LOMLOE. O sea que, ser incapaz de gestionar 20.000 criterios individualizados, me hace un mal profesional. Ya no digamos lo incapaz que soy por no poder realizar ni una situación de aprendizaje porque, ni entiendo en qué consisten, ni comprendo en qué mejora lo anterior el aprendizaje de mi alumnado. A mí es que imponer maneras de hacer las cosas sin contar con los docentes de aula siempre me ha chirriado. Y contar con los dinosaurios que hicieron la LOMLOE, ayudados por cuatro de esos tipos guais de las redes sociales, que nunca han dicho ni mu contra el gobierno actual mientras medran dando cursos de formación o sacando tajada de ciertas cosas, me genera bastante inquietud. Especialmente cuando esos dinosaurios y sus acólitos van diciendo que el problema es de los dinosaurios y sus acólitos. Si no fuera tan surrealista y tuviera afección en el aprendizaje de mi alumnado, me reiría.

El otro día recordé que uno de los primeros compañeros que tuve cuando empecé a dar clase, ahora jubilado, me dijo en uno de esos días “de confianza” que todavía guardaba el rifle con el que mató a Kennedy. Bueno, me lo acabo de inventar pero, viendo lo que están diciendo algunos de los docentes de pico y pala, sin cuestionarse en ningún momento el relato, ni hablar de las cosas que realmente mejorarían la educación (ratios, recursos -humanos y materiales-, racionalización curricular, incorporación de un sistema de evaluación bien diseñado, modificación de horarios y festivos, establecimiento de lazos con otros Ministerios para atajar los problemas de las situaciones de partida del alumnado, dejar de agrupar según edad fisiológica, formación en conocimientos y habilidades reales para el docente, dejar de apostar por pseudociencias -inteligencias múltiples, estilos de aprendizaje, etc.-, controlar el mercado educativo y eliminar la segregación escolar), no me extrañaría que en algún momento nos acusaran, tanto del magnicidio de Kennedy, como de la invención de la pizza con piña. Es que lo veo venir.

Disfrutad del puente los que lo tengáis y, los que no, disfrutad de unos días muy raros a pocos días de las vacaciones de Navidad. Lo de los festivos en educación es algo que algún día tocará poner encima de la mesa. Pero intuyo que no lo veré ni yo ni mi hija porque, como he dicho en el post, las cosas sobre las que debería haber debate y tomar medidas, nunca se hablan ni solucionan.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉

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