Hay un discurso muy habitual, especialmente entre aquellos que confunden inclusión con integración y que, casi siempre le dan la culpa de todo lo malo que sucede en las aulas a los docentes (especialmente porque no quieren actualizarse, no quieren formarse, no crean sus propios materiales o, simplemente, porque no se adaptan a lo que ellos venden), acerca de que lo importante no es que el alumnado aprenda la parte académica que marca el currículo. Lo importante, según ellos, es que el alumnado «aprenda otras cosas». Otras cosas que, por cierto, nadie me ha sabido todavía decir cuáles son.
Si yo soy maestro de Primaria y doy matemáticas, el objetivo básico que tengo es que mi alumnado sepa desenvolverse, al menos con las operaciones matemáticas básicas, de forma correcta y que tenga la base para futuros aprendizajes. Lo sé. Es más que eso según el currículo, pero la base sería la anterior. El problema es que algunos venden que es mucho más importante que el alumnado sea feliz y resiliente, capaz de adaptarse al medio y, por eso, debemos hacer que el medio se adapte al mismo. Algo que deja en segundo lugar el tema de aprender cuestiones más académicas para centrarse en cuestiones más sociales. Y con ello ya tenemos ese cambio de paradigma que algunos defienden. Un cambio de paradigma que, como siempre, consiste en que el alumnado más vulnerable se convierta en mano de obra barata en un futuro, muy adaptable, apto para un determinado modelo empresarial y altamente resiliente en su trabajo.
Para lo anterior se necesitan dos cosas: que se pervierta el sentido de la educación, basculando interesadamente de posiciones académicas a posiciones sociales y, en segundo lugar, que se cambie el modelo de evaluación para medir intangibles, mediante la crítica descarnada a cualquiera que intente realizar una evaluación, más o menos objetiva, acerca de ítems más objetivables. Que el alumnado sepa realizar una suma, una multiplicación o sepa el significado de ciertas palabras es algo objetivo. Que el alumnado sea capaz de trabajar en grupo, sea feliz, creativo o tenga sentimientos y emociones determinadas, es algo totalmente subjetivo. ¿Cómo evaluamos la felicidad o la creatividad? ¿Me puede alguien dar unas pautas para evaluar que un alumno es creativo? ¿Cómo podemos saber si es feliz de grado uno, dos o tres? Lo sé. Por basarse en muchos ítems intangibles se lleva modificando el modelo de evaluación desde hace muchos años, cambiando esas notas numéricas (criticadas hasta el infinito por parte de algunos) para establecer una evaluación cualitativa que permite evaluar percepciones. El problema es que las percepciones no son evaluables. Alguien se sabe el río que pasa por Zaragoza o no se lo sabe. No existe una percepción de ello. Y eso es algo que no interesa porque, a más volatilidad y subjetividad, mejor pueden algunos vender ciertas cosas.
Estamos inmersos en un proyecto de destrucción masiva de lo académico. Potenciado por determinados intereses, comprado por varios docentes y, como sucede siempre, afectando principalmente al alumnado más vulnerable. A aquel alumnado cuyas familias no tienen posibles (en dinero o cultura). Y eso es algo que atenta contra los derechos humanos del mismo. No atenta contra los derechos humanos que no se aplique el DUA, las inteligencias múltiples o se prohíban los móviles. Atenta contra los derechos de ese alumnado el sustituir aprendizajes por la nada. Por una nada que no se puede evaluar y que permite, a los defensores de la misma, poder jugar con ella porque cómo va alguien a cuestionar un discurso basado en nada. Es que no hay nada que se pueda criticar.
Repito la pregunta del título… cuando algunos decís que aprenden «otras cosas», ¿a qué cosas os estáis refiriendo? Estoy esperando vuestra respuesta porque, a lo mejor, me podéis convencer. O quizás no pero, como mínimo, demostraréis que hay algo con consistencia tras vuestro discurso vacío. Un discurso que, comprado por demasiados para mi gusto, está perjudicando al alumnado. Y que, al final, vamos a pagar muy caro. Quizás no vuestros hijos. Quizás no mi hija. Lo van a pagar los hijos de los más vulnerables. Unos hijos que, aunque algunos digáis que no nos importan a los que defendemos un modelo académico, basado en el esfuerzo y que permita ser un ascensor social, sí que nos importan. A diferencia de lo que estoy viendo con vosotros donde parece que solo os importe vuestro discurso, el mentir, el manipular, el cobrar subvenciones públicas o, simplemente, el venderos y aumentar vuestro ego. Estáis haciendo mucho daño. Especialmente porque se os está promocionando hasta la saciedad por intereses muy poco educativos. Tan solo hace falta querer verlo. El problema es que, como siempre sucede, vais de víctimas cuando sois los verdugos de ese alumnado más vulnerable. E ir de víctimas, después de agredir e insultar a todo el mundo que no piensa como vosotros, se os da muy bien.
No me hagáis mucho caso. Es lunes y seguro que los de la ensoñación pedagógica quieren lo mejor para los hijos de los demás. Algo que defienden para los hijos de los demás (en caso de tener) que, curiosamente, jamás quieren para los suyos. Nada. Seguro que es porque quieren que los suyos se sacrifiquen por el resto. Será eso.
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Fantàstico artículo.
Alguien que aplica la lógica y describe la realidad.
Y pensar que esta clase de profesorado són los que escalan laboralmente y són aplaudidos por un sistema que se hunde!
Las materias y sus contenidos no son pretextos o excusas para aprender lo realmente «importante» ( la gestión emocional, las competencias operativas, la aplicación práctica de lo aprendido). El contenido de las materias es tan relevante y transformador ( yo creo que, de hecho, más) y, sobre todo, en el contexto del colegio. Las responsabilidades que hoy día se esperan de los colegios desplazan el foco y empañan su función tradicional, que sugue teniendo enorme trascendencia.
Hay cosas que van antes que otras y que, haciéndolas, consigues poder llegar a unas diferentes (o relacionadas con las primeras). Un saludo.
Hola,
La reflexión como siempre muy interesante y didáctica.
Entiendo perfectamente que evaluar la felicidad es cuanto menos imposible y no porque falte conocimiento en psicología, si no porque la felicidad depende de múltiples factores y es mutable, no todos los días son iguales, no todos los días se tiene el mismo estado de felicidad, ni todo nos produce felicidad al mismo nivel a todos.
La medición de la creatividad cuenta con ciertas herramientas, pero incluso los expertos asumen sus limitaciones y, además, no tengo claro que pueda enseñarse a ser creativo. Se podrán enseñar técnicas para escribir un texto, o para realizar un dibujo, o para resolver problemas pero o tienes la imaginación, la visión, la capacidad o poco se va a poder sacar. Así que realizar una evaluación de este aspecto más allá de conocer habilidades o limitaciones, poca utilidad tiene y poco favor, nos hace a la autoestima y a eso tan importante como la gestión de las emociones.
Otra cosa es el potenciarlas, tanto la felicidad como la creatividad como cualquier otro intangible que se quiera trabajar en el aula. Porque creo que eso se puede y se debe, sin que entre en conflicto con el trabajo de lo académico. No hablo por hablar. Hoy mismo he trabajado con alumnado de tercero de primaria conceptos científicos, combinando la explicación teórica con la práctica e intangibles como el pensamiento crítico, además de habilidades sociales a través del trabajo en equipo.
No creo que haya que elegir entre lo tradicional y lo nuevo, porque además, mucho de lo que se trata como nuevo, tiene más de un siglo.
Pero es cierto, al maestrillo hay que dejarle su librillo, hay, igual que al alumno, dejarle ser para que pueda desenvolverse de la manera en la que se sienta más cómodo. Personalmente, no se me verá montando vídeos con disfraces o similar, pero tampoco dando clases magistrales, donde sólo se escuche mi voz. Por lo que insisto, que el equilibrio entre lo estático y lo dinámico, lo teórico y lo práctico, es la clave para desarrollar lo puramente académico y atender a los intangibles, que pueden engancharte a uno de esos chicos vulnerables, para los que la escuela es o debería ser oportunidad y refugio.
Por otra parte, no comprendo el problema con el DUA. Este habla de ofrecer medios y recursos de diferente naturaleza tanto para la comprensión, como para la exposición y evaluación de los contenidos. No es incompatible con el trabajo de conceptos puramente académicos y es sumamente democrático, pues te ayuda a tomar conciencia de que en un aula además de neurodivergencias, tienes diferentes estilos de aprendizaje, tanto en el alumnado neurotípico, como en el alumnado neurodivergente. Puede que alguien se dedique a darle vueltas para vender esta u otra herramienta,pero está en cada ser crítico y utilizar lo que es útil, lo que es aplicable, lo que es sensato y lo que respeta a su alumnado.
Respecto a las emociones, soy una convencida de la importancia de su buena gestión. También de que su manejo comienza en casa y que en el aula su gestión se pone aprueba y se refuerza. Porque soy consciente de que un alumnado en equilibrio, en calma está más predispuesto al aprendizaje. Igual, fácil no es. Pero nadie dijo que lo fuera.
Hola María. Nadie ha discutido la necesidad de trabajar también los intangibles en el aula. Se trabajan en el día a día. Y es lógico porque tratamos con seres humanos. Un saludo y gracias por tu comentario.
Me gustaría verlo enseñar contenidos en una escuela pública de las periferias de una ciudad como Medellín, cargada de violencia y pobreza, a ver cómo le iría. Su discurso se iría al traste. Sin embargo , existen muchos colegas suyos que sin tener en cuenta el contexto social les embuten contenidos a la brava, descalificándolos y atarbaneándolos como les viene en gana cuando no rinden o se distraen, con una enseñanza desapasionada, carente de sentido y utilidad práctica en nombre del rigor académico, cuando ni ellos mismos han trascendido tales saberes, mecanización pedagogica que solo sabe cobrar el sueldo además de la pensión, mientras evalúan y tachan exámenes con rojo. Vaya ideal educativo.
No, no he dado clase en Medellín. Además me pilla un poco lejos. Lo que sí he hecho es dar clase a proyectos de alumnado con riesgo alto de abandono escolar y, por desgracia, ellos no van a tener las mismas oportunidades que otros que partan de diferente situación. Por eso es por lo que hemos de luchar. Por tener recursos y poder decir que la generación que vendrá, por haber mejorado el aprendizaje de sus padres, sea mucho mejor y no tenga un punto de partida tan pésimo. La enseñanza, por cierto, nunca es desapasionada. Un saludo.
Se puede medir cuantitativamente la percepcion subjetiva del bienestar de los alumnos (felicidad) y se puede medir cuantotativamente la creatividad. Por favor, formese usted en Psicologia. Descubrira que hay todo un mundo de instrumentos de medida validos, fiables y totalmente cientificos que pueden darle las medidas que usted reclama en su post. Por eso es tan importante que los futuros docentes sepan mas de Psicologia y menos de Pedagogia. Gracias
La evaluación cuantitativa de la «felicidad», por entrar en uno de los ítems que comentas, está ampliamente cuestionada, tanto desde la perspectiva sociológica (Frawley,2015) como filosófica (Angner, 2013). Algunos, por desgracia, leemos de ciertas cosas por encima de nuestras posibilidades y, por ello, tenemos en la recámara, perdidos por ahí, diferentes artículos sobre temas relacionados con la educación. Los artículos se pueden buscar fácilmente por la red y se puede encontrar una copia de ellos sin necesidad de «pagar» o «acceder mediante la institución» en la que uno trabaja.
En referencia a la creatividad, hay muchos mitos acerca del tema que intenté explicar, basándome en el artículo de Bennedek et al. (2021) aquí (https://xarxatic.com/mitos-y-realidades-acerca-de-la-creatividad/).
Antes de acusar o insinuar que alguien sabe o no de qué habla, siempre es bueno leerle un poco más que un post aislado o, simplemente, apelar a determinados principios de autoridad. Eso sí, totalmente de acuerdo con la necesidad de saber más de psicología en el ámbito educativo que de pedagogía. Siempre he defendido la necesidad de conocer de la materia que uno imparte, de la didáctica (cómo explicar y qué herramientas usar) y de conocimientos, al menos básicos, de investigación en psicología (no ser psicólogo).
Un saludo y gracias por comentar el tema de la cuantificación de la felicidad o de la creatividad. Algo en lo que, por lo visto, hay más críticas que afirmaciones, salvo en una rama de psicología positiva que, por desgracia, dista mucho de ser la rama más seria de la psicología.
Buenas noches a todos.
Mucho de lo que te estas quejando, con razón, al menos a mi entender, es de lo que se queja Gregorio Luri. Se está dando por bueno a todo lo innovador por el simplemente hecho de serlo, sin parar a pensar si realmente lo es, en detrimento de lo bueno, entendiéndose por bueno lo contrastado, evaluado y que ha dado sus frutos.
Volver al sentido común se está volviendo muy complejo. Ya empezamos a ver reyes desnudos que muchos ven vestidos.
Un saludo.
El sentido común (no solo) en educación es el menos común de los sentidos.
Completamente de acuerdo Jordi, por si sirve de consuelo aún somos muchos docentes los que seguimos enseñando contenidos en las aulas.
Es la mayoría los que siguen haciéndolo aunque, por desgracia, cada vez sea más complicado. Y además torpedeado por cuatro papanatas que, con repercusión mediática, están todo el día criticando a los que lo hacen. Un saludo.
Estoy completamente de acuerdo con el artículo. Podría escribir páginas sobre esto pero me limito a comentar que, como ejemplo, alumnos con discapacidad bastante acusada o trastornos graves de autismo, lejos de «integrarse», vagan solos por el centro en los recreos, el resto apenas les hace caso. En el aula es imposible dedicarles ni un minuto diario, pero de cara al exterior se vende una supuesta integración que en realidad es hurtarles el derecho a una formación adecuada en centros especiales. Es más barato cerrar dichos centros e «integrarlos» en aulas corrientes.
Un saludo