Hay una teoría pedagógica, ampliamente diseminada últimamente, tanto en cursos de formación como en las redes sociales, incluso siendo aplicada por algunos en su aula, en la que se pretende que «el alumnado genere su propio aprendizaje» mientras el docente, simplemente, actúa de guía y no realiza una transmisión expositiva de conceptos. El problema, tal y como sucede habitualmente, es que uno no puede generar aprendizaje de la nada.
Tal como se indica en la imagen superior, para aprender un nuevo concepto (en este caso… el cricket) se hace necesario establecer ese aprendizaje en tres fases.
Una primera fase en la que se debe aprender determinada información, suministrada por docentes, en la que se expliquen los diferentes conceptos básicos que van a ser necesarios para poder explicar qué es el cricket.
Conocidos los primeros conceptos básicos, conviene establecer una asociación, que puede ser guiada en este caso, para que el alumnado comprenda que esos conceptos pueden ser relacionados entre ellos. Repito, solo se pueden asociar conceptos que se conocen. En caso de desconocer esa base es imposible llegar a establecer esa relación.
Finalmente, conocidos los conceptos básicos (con instrucción directa), realizada esa asociación (con ayuda del docente), ya se puede empezar a hablar de la consolidación de ese nuevo concepto aprendido que permite que el alumnado, de forma persistente a lo largo del tiempo, conozca el mismo y pueda evocarlo en cualquier momento. Es lo que algunos denominan aprendizaje significativo.
Por tanto, con algo tan ¿sencillo? como es la construcción de un nuevo concepto, ya se demuestra que es necesario que el rol inicial del docente es diferente del de guía o de acompañante y que, en caso de optar por alguna de esas metodologías de aprendizaje por descubrimiento o basándose en proyectos para generar su propio conocimiento, jamás va a conseguirse llegar -en caso de llegar a él- un conocimiento que perdure tanto en el tiempo como el que ha seguido usándose el procedimiento planteado en este artículo.
Espero que os haya servido la explicación aunque reconozco que, en este caso, la imagen lo dice todo. Yo solo me he dedicado a trasladarla, de forma más o menos chapucera, a un formato escrito.
Disfrutad del domingo. El día de la semana que, desde hace ya un tiempo, para mí es «el Día de la Paella».
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Buenas tengo una pregunta. Si a mi hijo se le da un 2 examenes para que lo traiga a casa para verlo y firmarlo pero al guardarlos se entiende que se le cae uno y solo trae uno a casa el otro se queda en clase y se pierde , la señorita puede dejar de darle los exámenes a mi hijo para traerlos a casa para verlos y que apunte la nota en la agenda y que hay lo firmemos ??
Nunca se puede facilitar un examen original a un alumno. El original, especialmente si cuenta para nota, no puede sacarse jamás del centro educativo.
La transmisión de conocimientos desde un profesor a un alumno, si bien sigue existiendo no puede ser motivo para olvidar el resto de tareas docentes que siempre han debido estar presentes, como: la organización del aprendizaje, estructurar el proceso a lo largo del año académico, la aclaración de conceptos, resolución de dudas de los alumnos, adaptar a las diferencias individuales y diferentes estilos de aprendizaje y neurodivergencias. Sí, esto no se puede hacer con un profe con 30 alumnos en clase. Si queremos avanzar en atender adptándo a cada tipo de alumno hay que reducir a 15 alumnos por clase.
Los estilos de aprendizaje no existen. 😉 https://xarxatic.com/los-estilos-de-aprendizaje-un-mito-sin-fundamento/
Nada más que añadir… Bueno, sí. A veces el chavalerío habla y nosotros, como profes, oímos cosas. Escucho muchas veces cosas del tipo «Es que Menganito no explica nada», «Zutanito explica muy bien», «Jaimito explica fatal, no entendemos nada»… Los chavales no necesitan efectos especiales y actividades «bonitas» para colgar en el Instagram personal del «eduinfluencer» de turno. Los chavales necesitan que expliquemos bien. Apelando al lenguaje lógico-matemático, es cierto que explicar bien no es condición suficiente para que los chavales aprendan. Tienen que darse más circunstancias, sí. Pero lo que está claro es que explicar bien es condición necesaria. El chavalerío a veces tiene más sentido común que muchos adultos…
Los chavales necesitan aprender. Y, al final, eso va a depender de dos factores (controlables por el docente) y otros en los que poco se puede hacer. Eso sí, dentro de los que podemos controlar como profesionales de la educación son: la solidez de los conocimientos de que disponemos y las estrategias (el cómo) damos clase. El alumnado tiene, en ocasiones, mucho más sentido común que algunos adultos. Son los receptores de un servicio y ven si se les está ofreciendo bien o mal. Siempre, claro está, con las limitaciones de la óptica que se pueda tener desde su punto de vista. Un saludo y gracias por pasarte, de nuevo, por aquí.
Buenas tardes.
Cuando lo básico y lo obvio se olvida y queda relegado a algo caduco y caemos en lo novedoso, como el caso que nos traes, pues pasa lo que pasa, que no es otra cosa que empezamos a construir gigantes de molinos de viento como le pasaba al Quijote, menos mal que llevaba como buen escudero a Sancho Panza, un ser humano básico y obvio, como no ha habido otro en la literatura española.
Aquí Jordi entras tú, como nuestro querido Sancho Panza a deshacer entuertos y a hacer desaparecer esos castillos en el aire de nuestro Quijote más íntimo.
Buena paella.
Estoy en período panza. Lo de Sancho y los molinos se lo dejo a la literatura. 😉