Después del anuncio de ayer de Elon Musk acerca de quitar la posibilidad de bloquear usuarios en Twitter (no me acostumbro a X), me vinieron a la mente los dalek. Esa raza robótica, que aparece en Doctor Who, y cuya frase es ¡exterminar, exterminar! Lo sé, mi mente va a una velocidad vertiginosa, especialmente en vacaciones. Supongo que es la falta de presión laboral y, por ello, la libertad de la neurona hace que me envíe determinados impulsos muy extraños.
En la antaño red del pajarito tenemos un problema que, por desgracia, se está trasladando fuera de las redes: la necesidad de acudir a los ataques personales o a ignorar a quienes no tienen los mismos planteamientos que nosotros. Y, a falta de argumentos, lo más cómodo para algunos usuarios era el proceder a bloquear. Es mucho más fácil bloquear que argumentar. Ojo, estoy hablando de debates. No estoy hablando de insultos, para lo cual ya tenemos el botón de silenciar. A mí nunca me ha importado que me lean. A mí lo que me importa es que si alguien interacciona conmigo, lo haga de forma educada. O a gritos pero, como mínimo, con ganas de debatir.
Da la sensación que si hablas con tal o cual persona te has convertido en un paria para otras. No puedes seguir a tal usuario porque si lo sigues, seguramente, te van a decir algunos que eres tal o cual cosa. Incluso te incorporarán en su listado de personas bloqueadas. Hay personas relacionadas con la educación (sí, relacionadas con la educación) que bloquean por dar un me gusta o un retuit (lo sé, ahora es republicar) a ciertas publicaciones. Es que lo de decidir con quién merece hablarse o no, en función de los que habla alguien, es algo que cada vez se está haciendo más habitual. Y esto, lo único que hace, es convertir las redes sociales en una cámara de eco. Donde solo escuchas lo que quieres oír. Sin ningún tipo de cuestionamiento de nada. Para que te confirmen tus ideas, mejor aislarte en un monasterio y decidir que lo que piensas es lo que debe ser.
Creo que me gustaría debatir más con quienes piensan diferente a mí. Algo que, al menos a nivel profesional, con los bandos que se han creado, especialmente por parte de algunos, se hace totalmente imposible. Hay una incapacidad manifiesta para confrontar ideas. Hay, en definitiva, un modelo de bloqueo mental por parte de demasiados para aceptar, de forma acrítica, lo que dicen los datos, las evidencias o las investigaciones actuales. Para eso nada mejor que buscarse una única evidencia que vaya en contra de más de un centenar. Especialmente si esa evidencia la dictan «los míos». Bueno, esos con los que me siento a gusto porque, al final, me dicen las cosas como yo creo que son.
No permitir voces divergentes es estar abocado a una repetición de errores. Poner en un bloque homogéneo a las personas hace que, por desgracia, nos perdamos todas las características propias de todos ellos. Manipular y jugar al estás conmigo o contra mí es algo que no soporto. Quizás por eso algunos están tan necesitados de encontrar su colectivo. Es que la individualidad es compleja y complicada de vivir. Es mucho más fácil, al igual que las abejas, vivir en panel. Y las abejas, como enjambre, representan la necesidad que tienen algunos de ese bloqueo permanente a los que no piensan como ellos.
Recordad siempre que algunos bloquean porque no pueden exterminar. Si pudieran, tendríamos un auténtico problema social.
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