Puedo entender que los medios de comunicación privados se deban al mejor postor. Entiendo también que, bajo la supuesta independencia que se supone tienen, sea también muy difícil para los medios públicos, cuestionar a los que mandan en cada momento. A mí no me gusta lo anterior pero, a poco que alguien revise hemerotecas y bucee un poco en los datos, más allá de los relatos que se nos pueden llegar a contar, es fácil identificar el bulo, la manipulación o, simplemente, la ideología tras una determinada noticia.
El problema es que algunos se han montado una realidad educativa paralela donde, curiosamente, suceden cosas que no pasan en la realidad. Y, aparte de creérsela algunos de los que se la han montado, les está saliendo muy bien el discurso porque cala, especialmente entre aquellos incapaces de cuestionarse nada, sean docentes o familias. Ya no digamos entre la opinión pública que, por desgracia, está acostumbrada a que le vendan cosas que nadie, si se pusiera a pensar un poco, compraría.
Ayer un personaje (no tiene un mayor interés saber el quién, porque es un relato repetido) que forma parte de un colectivo, formado por muy pocos miembros, con unas situaciones profesionales muy complejas y con un modelo de negocio muy claro, dijo que «hay una estrategia organizada en la que participan think tanks, partidos políticos, sindicatos y fundaciones de ideología reaccionaria para dar una batalla cultural». Además, hablaba en nombre del colectivo, cuando seguía afirmando que «tenían medios de comunicación y personajes afines en las redes sociales, que propagan una ideología reaccionaria escondiéndose tras una supuesta neutralidad o erigirse como docentes de aula». Y, para rizar el discurso, alegaba que estos personajes «tienen financiación pública y privada para promover estas ideas que protegen la desigualdad estructural».
Y no pude menos que dedicarme a pensar en quiénes eran entrevistados continuamente en determinados medios de comunicación. Tampoco pude aislarme de ver cómo se promocionó el surgimiento de ese colectivo, lo que trincan económicamente desde sus empresas que han montado (revisad quiénes están tras el DUA), o los cursos a los que «sus amigos» les han seleccionado a dedo para impartir, y cómo se gestionó su acceso a determinadas plazas universitarias. Eso sin tener en cuenta que hace nada se ha formado una comisión para mejorar la educación catalana contando, curiosamente, solo con perfiles afines a ese colectivo. Fundaciones y organizaciones que, por lo visto, son las buenas, vetando en esa selección de asesores a todos los perfiles profesionales que, supuestamente, tienen tantísimo poder en el ámbito educativo y están tan bien subvencionados. Es que hasta los premios a «mejores docentes» procedentes de entidades bancarias y armamentísticas, en los que participan voluntariamente, los reciben ellos.
Lo sé. Tampoco he podido ver el ataque indiscriminado hacia ellos por parte de esos docentes organizados. Lo único que he visto son los insultos y acoso en las redes por parte de esa persona que dice lo anterior y los miembros de su colectivo. No me olvido que fue, en parte «gracias» a ellos, que tuve que irme de X. Acosos en clave personal, con insultos y señalamientos que hicieron que en septiembre me cansara y dejara de interactuar por ahí. Ya os digo que parece surrealista la situación. Los verdugos queriendo ir de víctimas. Además les va muy bien porque así pueden llegar a justificar todos sus desmanes, sus chiringuitos y sus planteamientos, acusando a los demás de lo que están haciendo ellos. Es una doctrina que queda muy bien y, no lo olvidemos, se vende aún mejor.
No tengo muy claro si debía escribir esto. No son personas que se merezcan que les haga ningún tipo de caso. Tengo cosas más importantes, tanto a nivel profesional como personal, que hacer pero es que, cuando veo que se da promoción a determinados personajes en los medios y que, en muchos casos, esa promoción va en detrimento de su profesionalidad (tipos que se pasan la vida tuiteando en horario laboral o, dejando de dar clase o gestionar su centro para irse a dar charlas), no puedo menos que preocuparme. Especialmente cuando veo que sus acólitos van creciendo porque es un discurso que mola. Un discurso que se compra por parte de demasiados docentes necesitados de soluciones que necesitan buscar enemigos muy cercanos. Ver el dedo en lugar de la luna.
Hay mucho por mejorar en educación. No vamos a mejorarla es buscando señalamientos, inventándonos realidades paralelas o encumbrando a determinados personajes. Va a ser el día a día, tanto dentro del aula como fuera de ella, lo que va a hacer posible el cambio. Y perder el tiempo escribiendo este post ya os digo yo que no va a mejorar nada. Ni cayendo, como he hecho, en la trampa muy bien montada por estos personajes, para justificar su visión perversa de la educación, manipular la realidad y seguir consiguiendo réditos, tanto económicos como de difusión de sus barbaridades pedagógicas.
No dejéis que os cuenten las cosas u os digan cómo tenéis que verlas. Vedlas por vosotros mismos. Y, por favor, no hagáis como yo. Dejad que estos personajes pasen al olvido. No tienen nada que aportar y su único discurso es venderos que los demás están contra ellos, tanto desde las redes sociales, desde las comisiones en las que son los únicos que están o desde sus entrevistas/artículos en la mayoría de medios de comunicación. Es que no puedes menos que reírte.
Finalmente deciros que, para quitarme el mal regusto de haber escrito esto (que, repito, no debía haberlo escrito, pero me ha pillado el tiempo y no me da tiempo de escribir otra cosa) intentaré resarcirme escribiendo algo más interesante esta tarde. Y si no lo hago, simplemente pediros disculpas a los que os pasáis por aquí. Esto lo escribo en clave personal y, en ocasiones, hay cosas que tengo que reflejar en esta bitácora personal para poder, al igual que las citas que me apunto en mi agenda, pensar en ellas en un futuro.
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