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Pánico escénico

Debo reconocer que tengo pánico escénico a pocas horas de empezar la normalidad “de los pobres”. Me da pánico ponerme, después de unos cursos fuera del aula, delante de un montón de chavales, cada uno con su mochila, para explicarles Tecnología. Tengo, como dije en las redes sociales, la gran suerte de saber qué cursos voy a dar. Eso sí, también reconozco que, por suerte, he empezado a vivir este verano después de demasiados veranos en los que, por mala profesionalidad, me había dedicado a preparar materiales y a trabajar en cosas relacionadas con lo que iba a hacer a partir de septiembre. O, simplemente, en los últimos años, a trabajar. Ser un desertor de la tiza no mola tanto como algunos creen. Hay desertores top y desertores que trabajamos muchísimo más que en un aula. Con unas condiciones diferentes pero con un nivel de estrés fuera del rango.

No me preocupa este curso la situación de la pandemia. Creo que, por suerte, está bastante controlada (por el tema de las vacunaciones) y tampoco se puede vivir con miedo. Ya sé, como sabe la gente más cercana, que mi caso es un poco especial por ser persona vulnerable y exenta de llevar protección por mis problemas respiratorios. Son más de un año de insultos por la calle, petición de documentación por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y sin poder, por desgracia, trabajar con mis compañeros de trabajo codo con codo. Hay compañeros a los que no he conocido presencialmente este último año. Y es una pena. Por cierto, dejo unos grandísimos compañeros en la Conselleria. Lo he repetido en múltiples ocasiones y lo sigo repitiendo hoy. A ver cómo responden a esta situación peculiar en mi centro educativo. No creo que asuma más riesgo que otros. Eso sí, siempre he dicho que, en caso de que tenga la mínima duda, se acabó esta parte de mi vida. Además mi cerebro nunca para. Necesito hacer cosas. Soy así de raro. Y aún no me veo en el huerto o jugando a la petanca.

Tengo miedo. Estoy acojonado. No sé si lo haré bien o lo haré mal. Son nuevos compañeros de trabajo. Bueno, no del todo porque con algunos he coincidido en otros centros. Voy a currar, por primera vez, en un centro educativo en el que, si nada cambia, voy a jubilarme. Tengo ganas de hacerlo bien. Trabajaré en el mismo centro que trabaja mi mujer. Deberé ser capaz de aislar lo que sucede en el centro educativo con lo que sucede fuera de él. Intentaré que mi alumnado aprenda. No tengo ni idea de si lo conseguiré. No sé si habrá grupos más complicados que otros. No sé si realmente me sentiré a gusto o si las personas con las que trabajo se sentirán a gusto conmigo. Siempre me ha preocupado encajar. Aunque algunos se piensen que voy por libre, en un centro educativo lo importante es remar todos en el mismo sentido. Y me adapto, salvo que vea alguna cosa extraña, al funcionamiento. Propongo y dispongo. Bueno, propongo. Lo de disponer se lo dejo a los equipos directivos. Yo ya pasé por uno y no puedo menos que no envidiar a la mayoría que tienen ese marrón. Con sus defectos y sus virtudes. Todos los que trabajamos en educación tenemos defectos y virtudes. Lo de los seres de luz no cuela. Nos equivocamos. Rectificamos. Nos caemos. Volvemos a levantarnos.

Se presenta un curso complejo. Son muchos los que me están diciendo que no me incorpore en mi situación este curso. Seguramente tienen su parte de razón pero, esta mañana al mirarme al espejo, he visto unos ojos que tienen energía. Energía por hacer cosas. Energía por probar cosas. Energía para no estar viendo como se agota mi pila sin falta de uso conforme pasan los días.

El miedo es irracional. El problema es que, en mi caso, hay parte de racionalidad que intento evitar porque, si realmente pensara de forma lógica y racional, quizás no volvería a las aulas.

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4 comentarios

  1. Corroboro todo lo que dices, me sucede exactamente lo mismo, este mes de vacaciones tampoco prepare clases, y me asignaron un curso nuevo de última hora, nadie lo quiso tomar, bueno, fue una sorpresa, un reto encantador. Sé que mis colegas están igual que yo. Casi todos. Saludos.

  2. Mucho ánimo, Jordi, lo harás muy bien. Tienes entusiasmo, rasmia, y los alumnos lo agradecen. Creo que tu manera de ser y estar encajará perfectamente en el claustro y en las aulas.

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